Capítulo 45: "Tayrona" (Abril) Pt. 1

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¿Alguna vez han visto rápidos y furiosos? Bueno, creo que esa sería la descripción más acertada de lo que ocurrió con David camino al aeropuerto, el balance de daños fue algo más o menos así: nos pasamos siete semáforos en rojo, adelantamos tres camiones, doscientas motos y casi unimos a un ciclista al mundo de los muertos, pero llegamos faltando diez minutos para las siete al Aeropuerto el Dorado.

—Vaya, no sabía que un Picanto pudiera correr así. —Murmuro maravillada mientras desabrocho mi cinturón y salto del auto, con David pisándome los talones.

—Lo tomaré como un cumplido, Abril. —Sisea y me hace soltar una carcajada mientras atravesamos los portones dobles de la entrada y corremos a la puerta de abordaje.

—Joder, no recordaba que correr fuera tan cansado. —Jadeo mientras avanzo a toda velocidad como si estuviera corriendo la media maratón.

—Esto es lo más surreal que he hecho en la vida. ¿Correr por todo el aeropuerto con una chica muerta? —Responde David (aunque no tiene nada que ver con lo que dije) mientras me ayuda a pasar por todos los filtros de seguridad. —Santo Dios, pareces una cebolla, ¿cuantas capas de ropa tienes puesta? —Protesta mientras ponemos todo en las bandejas.

En cuanto lo menciona, caigo en cuenta de mi vestimenta: Abrigo verde militar tres tallas más grande, cardigan tejido de color negro, bufanda vinotinto con motas e hilos safados del tejido original que la hacen lucir como un gato electrocutado, blusa de algodon amarilla con las palabras Cha, cha, cha bordadas, una falda negra de piel de durazno, medias veladas de color negro que tienen más huecos que la capa de ozono, unos calcetines amarillos de papas fritas y unas botas militares.

Santo Dios, luzco horrible, no puedo creer que haya muerto con esta ropa. Si hubiera sabido que en la otra vida se conserva la última muda de ropa que se usó en vida, me hubiera puesto algo un poco más Chic.

—David. Necesito un inmenso favor. —Susurro cuando pasamos el filtro.

—Ay Dios, no. ¿Ahora que? —Pregunta exasperado, como si prefiriera contraer paperas a tener que lidiar conmigo. —Tu vuelo sale en cinco minutos.

—¡Tienes que ayudarme! No puedo ver a Ángel vestida así. Qué vergüenza. —Señalo mi Outfit y él entrecierra los ojos, observando con ojo clínico.

—Tienes razón. Luces como una drogadicta, ven. —Me agarra de la mano y en menos de tres minutos estoy de vuelta a la sala de abordaje luciendo un vestido blanco de material satinado, de mangas cortas y esponjosas que me recuerdan a las princesas, con un delicado escote en forma de corazón que se ajusta a mis pechos con un cordón en el medio y que aunque me queda algo ajustado en la parte de arriba se suelta al llegar a la cintura con un vuelo discreto y bonito.

No me siento como yo, porque lo hubiera preferido de color negro, pero era el unico en mi talla y según la vendedora contrasta a la perfección con mi cabello y realza mi piel palida, lo que sea que eso signifique. Respecto al calzado, bueno, seguía usando mis botas, así que esperaba que Ángel solo se fijara en la parte de arriba.

—Mucho mejor. —Sonríe y me entrega mi pasaje de abordar junto con el sobre de manila que ha estado cargando toda la mañana. Él ha ofrecido quedarse con mi ropa, dice que llevarla a bordo solo haría que el piloto decida estrellar el avión de lo mal que luce.

—¿Qué hay ahí, cien millones de pesos? —Pregunto dándole vueltas al sobre en mis manos.

—No te lo daría si fuera así, es una carta de Ángel. Abrela cuando hayas despegado.

—Disculpe señorita, ¿Va a abordar? —Pregunta la azafata a mis espaldas y aunque intenta permanecer amable, se denota un estrés detrás de sus ojos.

El Cielo De Abril  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora