Capítulo 13: La muerta más viva. (Abril)

28 4 0
                                    

—¿Entonces lo leíste? —Pregunto con voz apenada mientras tomo asiento sobre su cama deshecha.

—¿El qué? —Pregunta distraído.

—Mi expediente psicológico, Ángel.

—No... no lo hice. —Afirma, pero pierde convicción en cuanto elevo mi ceja inquisitiva. —Vale, si... un poco.

—Angel. —Le reprocho, de nuevo.

—Esta bien, Abs, lo leí todo, pero no fue con intención, lo juro, solo quería ayudarte y sé que no debí hacerlo... lo siento. —Concluye agitado, como si le faltara el aire.

—Oye, oye, está bien. No pasa nada. Solo... no me llames Abs y no vuelvas a intervenir sin mi permiso. —Lo tranquilizo, y antes de que pueda evitarlo me encuentro sonriendo ante la visión de un Ángel genuinamente arrepentido (al menos en apariencia, porque sé que no puedo fiarme de él).

—Intenté buscarte, Abril, pero no estabas. Te esfumaste, como un...

—¿Fantasma? Si Ángel, creo que esfumarme está dentro de mis funciones. —Ruedo los ojos mientras completo su frase, pero sigo sonriendo como una imbécil.

—Cuando no te encontré, no sabía qué hacer y yo... se me ocurrió que podría disculparme haciendo lo que te había prometido la primera vez. —Concluye y finalmente toma asiento junto a mi, en la cama.

—Espera, espera, ¿Me buscaste? ¿Cómo? —Por primera vez lo que parece ser un sutil rubor indiscreto empieza a extenderse por sus mejillas, pero lo controla antes de que pueda ser demasiado evidente.

—¿Usaste el sahumerio de nuevo? —Pregunto conteniendo una carcajada.

—No. —Murmura. —Usé la ouija. —Lo dice tan bajito que a duras penas puedo escucharlo.

—¿Disculpa? —Pregunto, instándole a hablar más fuerte.

—Maldita sea Abril, usé la ouija por tres condenadas horas, pero no te encontré. Lo único que encontré fue un alma en pena, de sexo dudoso, que quería algo de sexo sobrenatural. Fue horrible.

Entonces no puedo contenerlo más. Una sonora y absurda carcajada deja mis labios antes de que pueda detenerla y me encuentro sosteniendome el estómago con ambas manos para detener el dolor que generan los músculos de la risa que al parecer no he usado en siglos.

—Que bueno que te diviertas. —Escupe con sarcasmo, pero un brillo de diversión en sus ojos, lo delata. —¿Podrías concentrarte en lo importante?

—Lo siento, tienes razón. —La risa merma de a poco y me encuentro limpiando me una solitaria lágrima que rueda por mi mejilla. —No sé por dónde empezar.

—Por el principio, ¿Dónde está el sobre? —Pregunta luego de un rato.

—Deshecho bajo la lluvia. —Admito avergonzada. —No pude leer más allá de la primera página.

—No te culpo. Espera aquí. —Sale rápidamente de la habitación y un par de segundos más tarde lo escucho salir por la puerta principal, de cara a la lluvia.

—¿A dónde vas, Angel? Está lloviendo. —Me manifiesto a su lado, mientras atraviesa el campus a paso ligero.

—Me doy cuenta, Abril, gracias por la información. —Bufa en tono obvio. —¿Porque estás aquí? Te dije que me esperaras en la habitación.

—Si tu preocupación es que contraiga un resfriado, puedes estar tranquilo. —Bromeo, logrando sacarle una media sonrisa.

—A veces lo olvido. Eres la muerta más viva que he visto. —Admite, sin dejar de caminar, llegando al edificio de psicología.

El Cielo De Abril  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora