Capítulo 17: ¿Y esta rosa? (Angel)

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Si el sentir la mano de Abril entre la mía solamente por un par de segundos me hizo sentir letárgico y drogado, el sentir sus labios devorando los míos con una mezcla de rabia y necesidad casi me pone en coma. Jamás había sentido esto con nadie y dados los casi cien puntos de comparación (sí, mis cuentas no me fallan) se puede decir que tengo un tamaño muestral lo suficientemente confiable para realizar tal afirmación.

Los primeros minutos de la mañana me los paso en la cama, sin mover un solo músculo, tratando de procesar la intensidad de lo que acabo de sentir; sus labios tan dulces y salados por las lágrimas que se deslizaban por sus mejillas, su calidez envolvente que me llenaba inexplicablemente de paz y electricidad a partes iguales, y su necesidad insaciable de tenerme más cerca. Quisiera volver a dormirme y vivir en ese momento para siempre, pero entonces, una extraña energía se apodera de mí, la energía de querer resolver todo esto y de saber quién demonios era el tipo de ayer y como estuvo involucrado en la muerte de Abril.

Tomo una ducha rápida y descendiendo las escaleras al tiempo que me paso una camisa por encima, me encuentro con Celeste, sentada en la barra de la cocina, que se queda observando mi torso desnudo más del tiempo necesario, pero intenta disimularlo tomando un largo sorbo de zumo de naranja.

—Lo siento, no sabía que ibas a estar aquí. Aunque debí suponerlo, dado que ahora eres novia de David. —Paso por su lado y me sirvo un vaso de agua de la llave.

—Espero que no te moleste. —Dice y clava la mirada en el suelo, vaya, no sabía que tuviera vergüenza.

—En absoluto, es más, como le dije a David, sé que ambos hacen una muy buena pareja y me alegra mucho por ustedes. —Sonrío y ella parece relajar un poco los hombros.

Un par de segundos después David entra también a la cocina, con un ramo de flores y una caja de chocolates. Celeste luce extasiada y feliz, con un brillo en los ojos que jamás había visto.

—¡Me encantan, son hermosas, bebé! —Se lanza a él y lo llena de besos que él se encarga de corresponder haciéndome sentir como un mal tercio, pero también dándome una idea brillante.

Salgo rápidamente de la casa, dándoles a Celeste y a David un poco más de espacio y a mitad del campus me encuentro con un puesto de flores que los chicos de Agronomía se encargan de cultivar y vender. Hay muchas variedades, rosas, girasoles, margaritas, claveles y lirios, así que por un momento me siento un poco desubicado sobre cuál debería escoger, hasta que la voz de la chica que atiende el puesto llama mi atención.

—¿Qué mensaje deseas dar? —Pregunta con una voz tímida.

—¿Las flores tienen significados? —Pregunto, aun más interesado.

Ella asiente.

—Las rosas rojas, evidencian pasión, lujuria, un amor pasional. Perfecta para los amantes. — Perfecto, pienso. Pero antes de que le diga que son esas las que deseo comprar ella me interrumpe. —Pero a mi parecer son muy típicas, muy clásicas, tan usadas que casi han perdido su significado.

—¿Entonces cuáles recomendarías tú? —Pregunto y por un momento quiero tomar nota, casi como si estuviera en una clase.

—Por eso te digo, depende del mensaje que quieras dar.

—No lo sé, la verdad todo es muy reciente.

—Uhm... Sigues en la etapa de la seducción. —Se aventura a afirmar y se me escapa una sonrisa.

—Si quieres llamarlo de esa manera. —Concedo, sin borrar mi sonrisa.

—Y ella, ¿Cómo es? —Pregunta.

La pregunta me hace pensar varios segundos, podría describirla como puro fuego, irreverencia, osadía, valentía, pero también como alguien elegante, puro e inocente a quien le han hecho mucho daño.

El Cielo De Abril  [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora