Julio, mes caluroso, muy caluroso. Y mis vestidos son prácticos a la hora de dar clases.
El día de hoy pensaba en llevar a Ruggero a la colina, para solo disfrutar del clima y que ponga a volar su imaginación mientras yo revisaba el material para mi clase, quería el fin de semana libre. Aunque prácticamente habíamos pasado todo el tiempo juntos.
Pienso en llamarlo para ver si puede. Mi celular suena y cuando veo el nombre en la pantalla, sonrío. Es como haberlo llamado con el pensamiento.
—Justo estaba por llamarte.
—Estoy un paso delante de ti, Sevilla.
Me rio y él hace lo mismo.
—¿A qué se debe tu llamada?
Talvez me quiere decir que se irá a la ciudad o algo y por eso no nos veremos el fin de semana.
—Quiero que viajes conmigo a Roma.
AGUANTA ¿QUÉ?
Él no dijo eso.
—¿Qué dices?
—Te estoy invitando a que pases el mejor fin de semana, conmigo, y salgas un rato de aquí.
SEÑOR JESUCRISTO QUE ESTÁS EN EL CIELO.
¿Cómo le digo que sí sin sonar tan emocionada?
—Yo... ¿estás seguro de que quieres que vaya contigo?
—Por supuesto.
—Entonces acepto. Si quiero ir.— y ahí recuerdo un detalle.—¿Qué tienes que hacer allá?
—Voy porque necesitan que firme unos papeles en la editorial. Salimos más tarde y llegaríamos en la noche. El domingo estaremos de vuelta.
Estoy emocionada. Digamos que no he salido de aquí en mucho tiempo y ni siquiera sé el por qué.
Hablamos un poco más y colgamos para poder alistarnos. Él dice que vendrá por mí.
***
Termino de cerrar mi mochila, justo cuando mi timbre suena.
No llevo mucha ropa, solo lo normal para el tiempo que estaremos allá, que aunque sea corto, siento que lo voy a disfrutar. He llamado a Giana para que sepa donde estaré en caso de que me necesite.
Al salir, Ruggero está recargado en el auto. Toma mi mochila y la guarda en los asientos traseros.
—¿Lista?
—Si.
Estira su mano y la tomo. Abre la puerta del copiloto para mí y lo veo rodear el auto para entrar por la otra puerta.
—Son cinco horas de viaje.
—¿Me quieres decir que pasaré encerrada cinco horas aquí contigo, y con tremendo calor?
—Has pasado más tiempo conmigo.
—Es verdad. Pero no en un auto.
Él intenta prender el aire pero lo detengo.
—Vamos a abrir las ventanas. Disfrutar del aire libre.
—Casi lo olvido.
—¿Qué cosa?
—No nada, cuando lleguemos te lo digo.
Le pido si podemos poner un poco de música y él asiente.
Juro que no se en que momento pasó ni tampoco cómo, considerando el calor tan horrible que está haciendo, pero me quedo dormida.