26|Rostros|

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Karol

—Entonces tú eres Giovanna.

—Si mujer, soy tu mejor amiga.— toca la pantalla de su celular y me la muestra.—Mira.

Estamos sentadas en una banqueta, abrazadas, utilizando vestidos rojos.

—Eso fue...

—En nuestra graduación.

La chica rubia guarda el móvil y me mira con sus ojos brillando. No sé qué decirle pero su presencia me brinda confianza. Además el abrazo que me dio me hizo que sienta calma y me regresó cierta cordura.

—Cuando por fin tu madre mencionó que podíamos verte, vine en cuanto pude y enserio vamos a matar a Ruggero por no decirnos donde estabas.

Eso hace que cualquier atisbo de felicidad o iniciativa por ir a verlo, se desvanezca.

—¿No se los dijo?

Mueve su cabeza de un lado a otro.

—Dijo que era por tu bien, ya que si nos decía era obvio que todos íbamos a venir y te podíamos perjudicar.

Ruggero es capaz de hacer que eso que suena tan lindo se vuelva doloroso para mí.

Pero una idea más importante viene a mi cabeza y no dudo en tomar las manos de la rubia entre las mías.

—¿Tú sabes por qué nos divorciamos?

Mi esperanza queda en la miseria cuando noto en sus ojos que no tiene ni idea de lo que pasó.

—Tú nunca me dijiste nada. Solo que ya no querías estar con él por ser un mentiroso.

—Entonces él me sigue mintiendo por no decirme el por qué.

—No sé, Karol. Siempre le hemos preguntado y tampoco sabe nada, o al menos eso nos dice. Ruggero siempre ha sido un amor contigo, no entendimos que les pasó.

Es tonto, verdaderamente tonto, el hecho de que no sepa que hizo. Yo tengo una razón válida y es la falta de mi memoria, pero él no.

—Será una duda eterna. Salgamos.

Ella es mi salida y no dudo el que nos hayamos llevado tan bien, porque ella es verdaderamente divertida y ocurrente. Dejo de pensar en lo demás y me concentro en divertirme y aprovechar este día.

—Karol, no.

Sonrío divertida mientras retrocedo.

Sé que es una completa locura pero siento la necesidad de hacerlo.

—Te vas a congelar el culo, mujer. Vuelve aquí.

Tarde, muy tarde.

El agua fría me cala lo profundo de los huesos, me corta por segundos la respiración, segundos que parecen eternos, tanto que una tela negra cubre mi visión y me pierdo en ese momento.

Ruggero

Sigo viendo nuestro álbum, mi estómago pide algo de comer pero no me apetece abandonar la comodidad de mi cama ni tampoco dejar de ver lo linda que se veía Karol el día de su graduación.

He pasado todo el día maquinando algo para que me escuche pero tampoco la quiero presionar.

Hace mucho frio y lo tomo como señal divina para ponerme una sudadera y mis zapatos deportivos. Me pongo mis audífonos y salgo de mi casa. Decido que lo mejor es correr por toda la playa para no pensar en nada.

Aunque no es muy fácil cuando escucho unos gritos y el nombre que se resalta en el aire hace que abandone la ruta pensada y corra en otra dirección.

—Mierda, reacciona.

Solamente TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora