Si pensaba que me iba a morir de calor en Julio, Agosto me calló la boca. Es este momento estoy en mi hamaca, usando un top y short muy pequeño porque de lo contrario terminaré como un pollo rostizado.
Afuera, por suerte, corre una rica brisa y mi limonada tiene mucho hielo.
Es domingo, día de descanso. Admito que lo necesitaba.
El timbre de mi casa suena y dejo mi comodidad para ir a abrir.
—Hola, preciosa.
Ruggero deja un beso en mis labios y lo hago pasar.
Digamos que saludarnos de esa manera ya era una costumbre y yo estaba de maravilla con eso.
Lleva puesta una camiseta azul y pantaloneta gris. Todo el mundo usa esa ropa en estos tiempos.
Me sigue hasta el patio trasero y toma asiento en la silla que está al otro lado de la hamaca.
—Veo que estabas muy cómoda.
—De maravilla.
—Creo que me voy a ofender por insinuar que he venido a quitarte la paz.
—Si lo has hecho.
Abre su boca en una graciosa expresión. Levantándose en una pose dramática.
Rio mientras me levanto para jalar de su mano y dejarlo acostado en la hamaca. Quedando sobre él.
—Es broma, aunque si vamos a la playa te perdono.
—Has dicho que es broma.
—Quiero ir a la playa contigo.
Hago un puchero y Ruggero lo toma entre sus labios.—Vamos.
Me levanto de inmediato y solo meto unas cuantas golosinas en una mochila, junto a una toalla y bloqueador solar.
Vamos por el sendero de detrás. Aprovechando la sombra que brindan los árboles.
Hay mucha gente en la playa. Niños jugando, señoras conversando y hombres ayudando a sus hijos en sus castillos de arena.
Pasamos de largo para alejarnos un poco de la multitud e ir a mi lugar.
Además hay una gran roca que ayuda mucho a que el sol no nos queme por completo.
Saco mi top, quedando en sujetador y short.
Comemos lo que he traído.
—Un momento que me aso.
—Karol, espera.
No le hago caso y me introduzco en el agua. La sensación recorriendo mi cuerpo de manera exquisita.
Cuando salgo a la superficie veo que está en la orilla con el pomo de bloqueador.
—Después vas a llorar si te haces un camarón.
Su comentario hace que ría porque sé que tiene razón. Así que salgo del agua, y dejo que ponga bloqueador en mi espalda mientras yo froto otro poco en mis brazos y cara.
Él también se pone un poco pero no se quita la camisa.
—Aparte...— se mira de arriba abajo.—Ya me has empapado.
—Es que eres muy abrazable.
Deja un beso corto en mis labios y como dos niños pequeños hacemos cstillos de arena con los vasos en lo que antes hemos tomado jugo.
—Como me lo llegues a derrumbar, te dejo de hablar.
Tira agua sobre mi obra maestra.
—Ups.
—Te lo advertí.
Me levanto, "enojada", para ir al agua de nuevo. Siento sus pasos, detrás de mí y corro tratando de esquivarlo.
No lo logro y los dos nos sumergimos al mismo tiempo.
Cuando salimos, él está abrazando mi cintura y yo tengo mis brazos en su cuello. Se gana un manotazo en la espalda.
—Eres un tonto.
—Y tú eres demasiado tierna.
La sensación en el pecho hace que sea yo quien tome su cuello y lo impulse hacia mí. Cerrando los ojos en ese increíble proceso.
Besar a este hombre siempre será un placer.
***
Volvemos cuando el sol se ha empezado a esconder, empapados y tomados de la mano. Veo que Mily me espera en el umbral de mi puerta.
Me sonríe y me pongo roja cuando sé que ha visto mi beso con Ruggero. Era eso a cambio de que me regresará la toalla que llevo en los hombros.
Me despido del italiano y alcanzo a mi vecina. Hago que pase y subo a ducharme y vestirme de manera rápida.
Acabo de recordar que prometimos cocinar juntas.
—¿Qué sucede?
Pregunto cuando bajo y la encuentro mirando fijamente mi cocina. Solo la desvía cuando me habla.
—Te gusta.
No deja de mirarme. Y lo que dice es verdad. Ruggero me gusta y mucho.
—¿Por qué lo dices?
—Tus ojos brillan, sonríes todo el tiempo y cada vez que digo su nombre pones una cara de embobada. Yo diría que te gusta más de lo que piensas.
No le respondo y solo juego con mis dedos.
No puedo contradecir lo que ha dicho.
Pero su mirada cambia.
—¿Estás segura que quieres avanzar con él?
—Claro que sí. Ruggero me hace sentir bien.
Voy por un vaso de jugo.
—Pero mija, y si en algún momento llega un novio que dejaste por ahí ¿Qué vas hacer?
—Nada.
—¿Nada?
—Yo investigué y espere un mes entero. Alguna señal, algún recuerdo, o que alguien viniera o se dignara en llamar pero nada.
—¿Y si recuerdas algún cariño que sentías?
—Siento algo muy grande por Ruggero. Y no Mily...
—¿Y si es un matrimonio? ¿Hijos?
Basta.
—Mis padres no me ocultarían algo así.
—Solo quiero que estés segura de lo que haces y que en el futuro no te va a dañar.
—Me gusta Ruggero y lo quiero. Eso será suficiente para que afronte cualquier cosa que venga.
—Ay mija.— se acerca y me abraza.—Solo quiero verte feliz y si es él quien lo hace, estoy contenta por ti.
—Gracias, Mily.
Sé que se preocupa por mí y sus preguntas y dudas son válidas.
Pero ya me atormenté mucho tiempo con el pasado.
No más.
—●—●—
Mily tiene tantita razón. Es una buena persona.
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