Un Prefecto y Un Merodeador

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- Sirius no creo que esto sea buena idea.

- Mira Remus si planeas casarte conmigo debes de admitir desde ya que todas mis ideas son buenas.

Remus no pudo evitar reír fuerte y Sirius mirarlo como la cosa más fascinante que existía.

- Si planeo que cosa? Mira Sirius hay muchas cosas que planeo para mí futuro y créeme que casarme contigo no está entre esos planes.

- Repite eso hasta que te lo creas.

Estaban en el tercer piso y Sirius se le había ocurrido la gran idea de llenar ese pasillo de toda clases de bombas fétidas sacadas de Zonko para que la próxima persona que pasara por allí... Bueno, pues tuviera la desgracia de hacerlas estallar y Remus estaba allí para tratar de evitar, con muy pocas ganas, que desistiera.

- Qué pasa si es un niño de primero?

- Eso aumenta la gracia Lupin.

- Eres un monstruo.

- Soy un Black, creí que ya lo sabías.

- Sirius... - a Remus no le gustó que se expresara así de él mismo, sabía que lo tomaba a broma, pero aún así -.

- Remus sabes lo que me ha costado llenar el pasillo yo solo? Si hubieras llegado al principio o te hubiera encontrado antes, a lo mejor te hago caso... Mmm, después de un par de besos a cambio - Remus rodó los ojos aunque se había sonrojado-.

- Con un movimiento de varita... - sugirió Remus, pero Sirius negó -.

- No se quitan así, solo se pueden quitar luego de que estallan, esto es para bromistas profesionales no para novatos, Lupin.

- Y ahora qué? - preguntó, ya que Sirius había colocado la última con una gran sonrisa de maldad pura, lástima que eso no le quitaba lo atractivo-.

- Ahora Remus, tú y yo nos escondemos hasta que llegue nuestra víctima - sus ojos brillaban -.

- Yo? - preguntó Remus sorprendido y nervioso de aquella idea -.

- Claro! No vas a dejarme solo luego de acompañarme en el proceso.

- Mitad del proceso, en realidad.

Sirius lo había ido a buscar porque se había cansado un poco, había pasado la mayor parte de la mañana ocultando el pasillo con hechizos mientras lo llenaba de bombas.

Un poco a regañadientes, un poco por curiosidad, un poco por diversión Remus se dejó guiar hasta el armario del pasillo en el que se encerró junto con Sirius quién aplicó un hechizo a la puerta para que se pudiera ver para afuera, pero que de afuera no pudieran verlos a ellos, era un hechizo increíble.

Pasaron dos minutos en los cuales Sirius le contaba lo que esperaba con esto con una sonrisa de niño travieso que le hacía suspirar .

- Remus? - dijo, serio de pronto -.

- Sí?

- Si no quisiera nada serio contigo te tomaba y te besaba en este mismo instante.

Sonaba muy serio, el corazón de Remus comenzó a bombear de una manera alarmante y se preguntaba que lo detenía?

- Pero realmente quiero gustarte, quiero que quieras besarme y quiero que quieras estar conmigo.

Remus lo miró, notó su propia respiración acelerada y el intenso calor que de pronto estaba haciendo como notó de repente que había demasiado poco espacio entre ellos, en definitiva ese armario era muy pequeño para ellos dos.

- Sirius.

- Pero está bien, esperaré y te enamorare, ya verás.

Remus creía que necesitaba decir algo, pero en ese momento se escuchaban pasos... Muchos pasos. Era un grupo de Estudiantes de séptimo... De Slytherin, la emoción de Sirius era palpable y contagiaba a Remus haciéndolo sonreír.

- Esto es aún mejor! - exclamó eufórico-.

- Por Merlín - susurró Remus nervioso pero emocionado, muy en el fondo-.

Los estudiantes comenzaron a caminar, solo se necesitaba que uno de ellos pisara alguna para que estallaran las demás y como si hubiera un dios de las bromas que apadrinara a Sirius, ni uno piso una hasta que estuvieron en todo el centro del pasillo, justamente el que lideraba ese grupo, un Prefecto, pisó una de las bombas que explotó básicamente en su cara y como si de piezas de dominó se trataran todas comenzaron a estallar una por una bañando a los chicos de baba, de olor y de otra sustancia muy parecida al moco de troll, a la cual  Remus realmente no quería acercarse. A su lado Sirius se destornillaba de la risa, pero sin quitar su mirada de los chicos que corrían y gritaban de un lado a otro sin una escapatoria verdadera ya que todo el pasillo, de principio a fin,  estaba atestado de bombas que estallaban.

- No es lo mejor? - preguntó Sirius mirándolo con una mirada más que brillante, resplandecía, el chico parecía estar en su elemento-.

Remus aunque hubiese querido negarse no hubiera podido, una sonrisa adornaba su rostro y se mordía el labio para no romper en risas.

- Podría ser mejor - retó y los ojos de Sirius brillaron aún más-.

- Ah sí? Iluminame, Prefecto.

Remus realmente no tuvo que pensar mucho para saber que era aún mejor. Se concentró en el hechizo que quería hacer y lo ejecutó. Un segundo después más bombas aparecieron pero estás en lugar de estallar se adherían al cuerpo de los chicos quiénes al intentar quitarlas estallaban y quedaban aún más empapados o pegados por la extraña baba.

Sirius lo veía todo como un niño en Navidad parecía estar pasándola en grande y Remus se alegró de haber contribuido a su alegría, la culpa lo atacaría más tarde, pero valía por completo la pena.

Cuando la escena ya se hubo calmado y los enojados chicos encontraron el hechizo para limpiarse comenzaron a salir casi que corriendo, seguramente a buscar al jefe de su casa para quejarse, Sirius se volteó hacia Remus, con una gran sonrisa.

- Realmente tengo que casarme contigo.

Remus rodó los ojos divertido, pero no engañaba a nadie, estaba sonriendo.

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