Exordio

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Hermione miró todo a su alrededor.

Todo era un caos, pero al mismo tiempo una aterradora quietud estaba presente.

Lo que antes fue el imponente castillo Hogwarts, ahora mismo no era algo más que escombros. Heridos había por todos lados, al igual que personas llorando por la muerte de sus amigos o familia, todo eso dejando al descubierto lo cruel que era la guerra.

El miedo abrazaba su cuerpo, sosteniendo sus sentidos y manteniéndola alerta, la ansiedad la llenaba y la adrenalina la hacía moverse. Sus ojos marrones parecían querer soltar lágrimas, pero ella se negaba a llorar. No lloraría en medio de la batalla, por mucho que lo quisiese. Y cielos, ella realmente lo quería.

Polvo por causa del derrumbe de una pared se levantó y Hermione tosió con la varita sujeta firmemente en su mano.

Sus pasos se movieron, escuchó un grito desgarrador y llantos, miró en dirección hacía donde provenían los lamentos.

Entre ellos, George Weasley se abrazaba al cuerpo de su gemelo llorando desconsolado. Molly Weasley se acercó. Un grito mezclado con un llanto desgarrador se escuchó provenir de ella, mientras caía de rodillas al suelo y abrazaba el cuerpo de su hijo fallecido.

Hermione se acercó silenciosamente. Sus ojos marrones chocaron contra los negros de George. Y le dolió verlo con esa mirada tan destruida.

Inconscientemente, estiró los brazos en su dirección, George caminó los pocos pasos que faltaban para llegar a ella y la abrazó, aferrándose contra su pequeño cuerpo y escondiendo el rostro en el cuello de la chica, comenzando a llorar con desconsuelo.

Hermione lo apresó entre sus brazos en silencio, lágrimas silenciosas cayendo de sus ojos. Era cierto que no solía juntarse mucho con los gemelos Weasley, pero había pasado cada verano en su casa y había compartido con ellos más de una comida, era imposible no haberles agarrado cariño durante todo ese tiempo.

Por qué aquel dolor insoportable en su pecho producto de la muerte de Fred era solo por causa del cariño que sentía por el chico, ¿no?

George se apretó contra ella, ambos cayendo al suelo, Hermione soportando el peso del pelirrojo sobre ella.

—Se fue, Hermione. —George sollozó. —Él se fue...

Hermione no fue capaz de emitir palabra alguna y solo abrazó con más fuerza al pelirrojo, acariciando suavemente su espalda en pequeños círculos.

Por un momento, parecieron solo ellos dos en el lugar mientras consolaba a George. La magia entre ambos pareció fortalecerse aún con todo ese dolor en el interior de ambos.

O así fue hasta que unas risas se oyeron, irrumpiendo aquella quietud aterradora en el lugar.

Hermione se levantó en compañía de George. Su mano tomando firmemente su varita y apuntándola en dirección a las risas crueles de forma amenazante.

Voldemort y sus mortifagos venían allí, con Hagrid de prisionero y...

—¿Ese es...? —la voz de Ron se escuchó su lado.

Las manos de ambos se unieron, una chispa eléctrica y ligeramente dolorosa ante el contacto, pero lo ignoraron.

—No... —susurró Hermione.

—¡Harry Potter... —la voz de Voldemort se oyó, cargada de una malicia y una cruel diversión. — está muerto! —gritó con júbilo.

—¡No! —el grito de Ginny se oyó, desgarrador y furioso, lleno de dolor.

Las risas de los mortifagos se escucharon con más fuerza.

Hermione vio el cuerpo muerto del que era su mejor amigo. Estaba herido y antinaturalmente pálido. Sus gafas estaban rotas y sus preciosos ojos esmeralda ya no tenían brillo alguno.

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora