Capítulo 38: Amistades, prejuicios y la ira que lastima a los otros

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—¿Aún no habéis terminado? —preguntó Ron, perplejo a Harry apenas apareció en la cancha de Quidditch.

—Aún no hemos empezado —respondió Harry, mirando con envidia las tostadas con mermelada que Ron y Hermione se habían traído del Gran Comedor. Una sonrisa iluminó su rostro cuando Ron le entregó una. —Gracias, amigo. —le dijo, dando un par de mascadas ante de hablar. —Wood nos ha estado enseñando nuevas estrategias.

Él se terminó rápidamente la tostada ante montarse en la escoba y dar una patada al suelo, elevándose en el aire.

Hermione sonrió mientras lo observaba echar una carrera con Fred y George.

—¡Mira hacia aquí, Harry! ¡Aquí! —alguien chilló.

Fue Colin. Hermione suspiró, haciéndole seña a Ron quien se burló soltando una carcajada. Ella golpeó el hombro de Ron, pero se río también. Honestamente, Colin fue adorable con su adoración hacía Harry.

De repente, Ron dejó de reír e hizo una mueca. —Mira, Mione, —dijo, señalando al campo. —tus amigos están aquí.

Hermione vio como un grupo de personas con túnicas verdes se dirigían al campo con las escobas en la mano.

—Solo Draco es mi amigo. —ella se defendió.

Ron le dio una mirada exasperada. —Es lo mismo.

—No lo es.

—Si.

—Que no.

—Si es.

—Cállate, Ronald.

—Callate, Ronald. —él niño se burló, fingiendo una voz más chillona y femenina. Hermione le dio un puñetazo en el brazo antes de bajar de las gradas rumbo a la discusión que se estaba formando entre los niños de Gryffindor y Slytherin. —¡Auch! ¡Me dolió! —Ron se quejó, riendo un poco mientras la seguía.

—Flint —escucharon gritar a Wood al capitán del equipo de Slytherin—, es nuestro turno de entrenamiento. Nos hemos levantado a propósito. ¡Así que ya podéis largaros!

Marcus Flint aún era más corpulento que Wood. Con una expresión de astucia en la cara, replicó: —Hay bastante sitio para todos, Wood.

—¡Pero yo he reservado el campo! —dijo Wood, escupiendo la rabia—. ¡Lo he reservado!

Hermione y Ron se acomodaron junto a Harry rápidamente, mirando a los Slytherin. Hermione estaba tan concentrada en una competencia de miradas con Draco que no notó la forma en que Fred y George se acomodaron rápidamente a su lado, ni como Angelina se burlaba de ellos en voz baja.

—¡Ah! —dijo Flint—, pero nosotros traemos una hoja firmada por el profesor Snape. «Yo, el profesor S. Snape, concedo permiso al equipo de Slytherin para entrenar hoy en el campo de quidditch debido a su necesidad de dar entrenamiento al nuevo buscador.»

—¿Tenéis un buscador nuevo? —preguntó Wood, preocupado—. ¿Quién es?

Detrás de seis corpulentos jugadores, apareció un séptimo, más pequeño, que

sonreía con su cara pálida y afilada: era Draco Malfoy.

—¿No eres tú el hijo de Lucius Malfoy? —preguntó Fred, mirando a Malfoy con desagrado.

Hermione lo miró con una poco de sorpresa al notarlo detrás de ella. Eh, bien.

Draco se encogió de hombros, regresando la mirada a Hermione y sonriéndole alegremente. Hubo un pequeño destello de confusión y sorpresa en sus ojos por unos segundos, como si hubiera recordado algo que no debería. Él desvió la mirada, una expresión fría en su rostro que Hermione no había visto en él sino hasta después de que Draco obtuvo la marca de Voldemort. Ella lo miró preocupada, ¿estaba él bien?

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⏰ Última actualización: Apr 21 ⏰

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La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora