Capitulo 8: Espejo de Oesed y clases de vuelo.

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«-Hermione, ¿cual es tu color favorito?»

Las palabras de Ronald la hicieron pensar. Sus ojos marrones, que habían estado fijos en su libro, pasaron a mirar con nostalgia la chimenea de la sala común.

El color favorito de Ron se debatia entre el rojo, el azul y el negro, el color de Ginny era el amarillo brillante, el color favorito de Draco era el verde (verde como las manzanas que solía comer cada mañana) y el color favorito de Harry era indiscutiblemente el púrpura... , pero ¿y el de ella?

Cuando se lo preguntaron, ella nunca pudo responder. Era una de las pocas preguntas a las que no tenía una respuesta, porque sinceramente, jamás supo cuál color era su favorito.

Habían colores que ella prefería por sobre otro, pero nunca llegaron a gustarle tanto como para ser su favorito.

Así que... ¿Cuál era su color?

No, ¿Por qué ella pensaba en eso en ese momento? Ya no era una niña como para pensar en tonterías. No lo era... Incluso si su cuerpo era el de una niña, ella no era una... ¿o si?

Eliminando los pensamientos que creía innecesarios de su mente, Hermione miró a su alrededor antes de sumergirse en medio de la oscuridad.

Snape le había dado una poción sin sueños para dormir esa noche, pero desde el principio Hermione no tenía planeado dormir.

Reggie revoloteo a su lado mientras corría en medio de la oscuridad. Recordando la primera vez que había visto el espejo de Oesed, la niña de once años se movió hasta llegar al lugar.

Ella se detuvo en seco, el gran espejo estaba allí. Hermione se paro frente a el, nerviosa.

La imagen en el espejo la hizo sonreír con los ojos acuosos.

-Harry... -susurró.

Un pelinegro de anteojos, con unos preciosos ojos verde esmeralda la miraba sonriendo.

-Ron... -Hermione lloró.

Él pelirrojo la miraba sonriendo con dulzura, sus ojos llenos de amor.

Poco a poco, sus amigos habían aparecido. Cada muerto estaba allí.

Todos felices, todos riendo y celebrando, como si nunca hubieran muerto. Como si jamás se hubieran ido.

Como si Voldemort no les hubiese ganado.

El profundo amor en su corazón se desbordo mientras se perdía en aquella fantasía dulce pero venenosa.

La niña no pudo evitarlo y se quedó allí, olvidando su propósito. Inmersa en la fantasía de un sueño idóneo, de un sueño que en su corazón deseaba que fuese real.

El cuervo a su lado miró a la niña silenciosamente, evitando el espejo a toda costa, como si supiese del mal en el.

«Hermione sonrió, corriendo a abrazar a sus mejores amigos. Fue como la primera vez, después de lo del troll y cuando acababan de hacerse amigos.

Fue como la primera vez, cuando ella corrió hacía ellos feliz por su primera amistad y ellos la esperaron ansiosos, a la espera de lo que ocurriría a futuro.

Los tres inmersos en su alegría infantil, en su inocencia dulce y con el corazón lleno.

Ahora, era lo mismo. Pero ellos estaban mayores, tenían diecisiete años.

Y... La Guerra no había pasado jamás. Todo había sido un vil y cruel pesadilla.

Ahora, en ese momento, Harry y Ron estaban allí, estaban vivos. Esperándola en la puerta del comedor de Hogwarts, bromeando entre ellos.

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora