Capitulo 34: Eso que se llama amistad

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«Hermione,

Mi padre y yo iremos al callejón Diagon hoy. Él me ha dado permiso para reunirme con amigos mientras realiza sus propios tramites, ¿Quieres reunirte conmigo para comer helado?

Con cariño, Draco»

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—No deberías ir olfateando a la gente. —Hermione le dijo a Snuffles, frunciéndole el ceño.

El perro la miró como si ella estuviera diciendo las cosas más tontas. Porque, por supuesto, era completamente normal para él hombre ir olfateando a la gente que pasaba a su lado, incluso si él mismo no era un perro real. La niña puso los ojos en blanco. El perro ladró, dándole una mirada divertida antes de seguir con sus acciones, moviendo la cola alegremente.

—¿Dónde está, Harry? —Hermione gruñó, mirando a su alrededor.

Hermione buscó, buscó y buscó hasta que lo encontró. Una sonrisa genuina se dibujó en sus labios.

—¡Harry! ¡Harry! ¡Aquí! —lo llamó, estirando la mano y sacudiéndola de un lado a otro mientras Snuffles ladraba a su lado, moviéndola la cola con emoción.

Snuffles corrió en dirección a Harry, parándose en dos patas y tirando al niño suelo, comenzando a lamerle la cara. Gemidos emocionados salían de su boca mientras movía la cola. Hermione se río mientras ella misma avanzaba en dirección a Harry.

—Hola, Hagrid. —ella saludó al hombre, quien reía divertido mirando como Harry era besado por el travieso perro. —¿Qué les ha pasado a tus gafas, Harry? —Hermione preguntó mirando al niño, mientras Hagrid lo ayudaba a levantarse.

—Se rompieron. —respondió Harry sin dar demasiada información, mirándola con una sonrisa inocente. Hermione suspiró, enviándole una mirada exasperada al niño mientas le lanzaba un hechizo reparo a sus lentes, seguido de un hechizo de limpieza (porque él niño realmente lo necesitaba después de viajar por flu).

—Honestamente, Harry... —ella suspiró, mientras revolvía juguetonamente los cabellos del niño. Harry sonrió, sonrojándose un poco. —¿Vienes a Gringotts?

—Tan pronto como encuentre a los Weasley. —le respondió Harry. —Los perdí.

—No tendrán que esperar mucho. —Hagrid les hizo saber con una sonrisa.

Harry y Hermione miraron alrededor. Corriendo por la abarrotada calle llegaban Ron, Fred, George, Percy y el señor Weasley.

—Harry —dijo el señor Weasley jadeando—. Esperábamos que sólo te hubieras pasado una chimenea. —se frotó su calva brillante. —Molly está desesperada..., ahora viene.

—¿Dónde has salido? —preguntó Ron.

—En el callejón Knockturn. —respondió Harry con voz triste.

—¡Fenomenal! —exclamaron Fred y George a la vez. Fred pasó un brazo por los hombros de Hermione, sonriéndole. —Hola, Granger. —la saludó.

Hermione le regaló una pequeña sonrisa, un poco sorprendida porque Fred de repente hubiese comenzado a llamarla por su apellido. —Hola, Fred. George. —saludó a ambos niños. —¡Que gusto verlos!

George sonrió alegremente. —Te ves bien hoy, Hermione. —le dijo.

Hermione se sonrojó tímidamente. —Gracias, George.

Él chico le sonrió dulcemente. Parecía a punto de agregar algo más, sin embargo, se distrajo viendo a su madre correr en dirección a ellos agitando el bolso con una mano y sujetando a Ginny con la otra. Los ojos del chico se iluminaron divertidos.

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora