Capitulo 34: Una niña y un hombre.

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Hermione y Sirius se quedaron un largo tiempo en silencio, siendo la compañía del otro. Ninguno estaba preocupado de que descubrieran al hombre, puesto que Harry se había ido con los Weasley a jugar Quiddicht el día anterior y se quedaría allí hasta que comenzaran las clases, y sus padres se habían ido a trabajar a su consultorio esa mañana, así que ellos estaban solos.

Por otra parte, Sirius solo le había dicho su nombre a Hermione. No su apellido. Tenía miedo de que la niña lo odiara por ser pariente de Regulus, así que opto por ocultar una parte de quien era solo por precaución.

De alguna manera, ella y Sirius habían terminado recostados en el suelo sobre la cómoda alfombra afelpada de Hermione. Ambos estaban de espaldas en la misma posición. Ojos en el techo y las manos entrelazadas sobre sus estómagos y los cabellos rizados de ambos esparcidos sobre la alfombra alrededor de sus cabezas.

—Entonces... —Sirius habló de pronto. —¿Qué piensas de Harry?

—Es un buen amigo, aunque un poco tonto a veces. —ella respondió.

—¿No piensas que él es un poco lindo o algo así?

Hermione asintió. —Él es lindo. Me gustan sus ojos.

Sirius pareció satisfecho, mientras pensaba que podía trabajar desde allí para que ese par se reuniera en una pareja. Hermione, por otra parte, no tenía idea de lo que trataba de hacer Sirius, aunque pensó que era un poco extraño que le preguntara ese tipo de cosas tan de repente. Por otro lado, Sirius siempre fue así de raro, así que ella decidió no cuestionar nada.

—Hermione. —Sirius la llamó de repente.

La niña frunció ligeramente el ceño. ¿Por qué Sirius la llamaba por su nombre? Él nunca hacía eso desde que le puso el apodo.

—¿Sí?

—Lo sé. —su voz estaba cargada de seriedad.

—¿Lo sabes? —Hermione estaba confundida. ¿De qué hablaba Sirius?

Sirius tragó saliva, pasando a mirar a la niña. Sus ojos grises brillaron con la mirada de un hombre que sabía más de lo que desearía.

—Te escuché hablando con tu cuervo. Le dijiste que sabías lo que pasaría en el futuro, escuché todo. Incluso sobre el regreso de Voldemort.

Hermione se congelo en su lugar, tensándose. ¿Sirius la había descubierto? Pero... ¿Cómo fue que ella no lo notó? ¿Qué haría ella ahora? El pánico se asentó en su cuerpo. La horrible sensación de angustia se asentó en su garganta bajando hasta su pecho y llenando todo su cuerpo, mientras que un terrible mareo la llenaba. Su corazón comenzó a latir tan rápido que dolía. Los pensamientos en su cabeza no paraban, cada uno resultando más terrible que los otros. Parecía que todo su mundo se había venido abajo con esas palabras y ella estaba tan asustada que, de pronto, la idea de morir no le pareció tan terrible.

Hermione casi no podía respirar, pero extrañamente su cuerpo no mostro signos de ello. En su lugar, ella solo tenía una mirada indiferente mientras miraba al techo casi sin parpadear. Ella no se movió en lo absoluto, esperando las siguientes palabras de Sirius y deseando tener un plan en ese momento.

—Sé que eres un vidente. —las palabras fueron claras, a pesar de su tono bajo. Sirius parecía casi asustado cuando pronunció las palabras.

Hermione parpadeó perpleja, procesando las palabras.

—Yo... ¿Qué? —preguntó ella en un hilo de voz.

—Sé que eres vidente. —repitió Sirus.

El alivio se instaló en el cuerpo de Hermione, mientras los sentimientos temerosos en su interior disminuían. ¿Entonces Sirius pensaba que ella era una vidente? ¿Él había malinterpretado todo? Una sonrisa floreció en sus labios mientras ideaba rápidamente su nuevo curso de acción.

—Vidente. —ella repitió lentamente. —Si... yo... lo soy. Soy una vidente. —mintió.

Sus ojos se enfocaron en Sirius, quien todavía la observaba atento a su reacción.

—No puedes decírselo a nadie. —ella se aseguró de dejárselo en claro. Incluso si era una mentira, que creyeran que ella era vidente todavía la ponía en peligro y no le permitiría trabajar desde las sombras como deseaba.

—No lo haré. —él adulto prometió.

Un silencio se formó entre ambos de nuevo, mientras ambos se miraban a los ojos.

Sirius analizó cada parte del rostro de la niña, comparándolo con él de su hermano. Hermione no tenía ningún parecido físico a Regulus, a excepción de sus rizos descontrolados que le recordaban un poco a su prima Bella o su propia madre. Pero, su personalidad por otra parte... La niña podía ser tan astuta como lo fue Regulus y podía ser tan mala como lo era Regulus estando enojado. Ella también era una pequeña cosita rencorosa, notó Sirius. Justo como lo fue Regulus también. Las personalidades de alguna manera coincidían, al igual que algunos de los gestos que inconscientemente hacían. Por ejemplo, tanto Hermione como Regulus tenían esa manera tan cruel de mirarte cuando no le agradabas, la mirada que parecía gritarte que no eras más que un sucio insecto que no merecías siquiera respirar el mismo aire que ellos, mientras alzaban el mentón orgullosamente y esbozaban esa fría sonrisa llena de desprecio cortes que, de alguna manera extraña, parecía quedarles bien.

Fue un poco aterrador para Sirius, especialmente porque sabía que, después de esa mirada, un maleficio estaba saliendo de la punta de una varita. Y no era un hechizo gracioso, sino que era uno que dolía. Y que dolía mucho. La pequeña mierda de Regulus ya se lo había hecho varias veces en el pasado cuando eran unos niños, sobre todo con esos hechizos punzantes o aturdidores.

—Sé que no hiciste nada malo. —Hermione declaró de pronto.

Sirius la miró sorprendido.

—Estuviste en Azkaban y yo... —Hermione respiró hondo antes de hablar. —Sé que no hiciste nada malo. Te acusaron de esos crímenes, pero tú eras... eres inocente. Fue injusto, ¡y ni siquiera tuviste un juicio! ¡Eso no está bien!

Sirius no sabía que decir. Él simplemente se quedó observando a la niña hablar sobre lo injusto que fue su tiempo en Azkaban, lo injusto que fue no tener un juicio y como todos estaban siendo tontos al creer semejantes mentiras. Hermione habló y habló, soltando esa diatriba indignada típica de ella mientras sus ojos brillaban con fuego ardiente ante la injusticia.

Los ojos grises del hombre se aguaron, llenándose de cristalinas lagrimas mientras un nudo se formaba en su garganta. Esta vez fue la primera en mucho tiempo que alguien lo defendía de esa manera. Hermione era una niña de doce años, ella no pudo tener más de uno o dos años cuando sucedió todo y posiblemente había oídos esas terribles historias sobre él al igual que todos, pero aún así... Aún con todo eso, ella todavía lo estaba defendiendo. Hermione estaba tan convencida de su inocencia que hizo a Sirius derramar un par de lágrimas.

—Eres inocente, por eso le dije a Russell que te sacara de esa horrible prisión. No hiciste nada malo, ¡Yo lo vi! ¡Sé que fue Pettigrew, esa sucia rata traicionera la culpable de todo! —Hermione bramó con ferocidad. Sus mejillas llenas de un profundo tono rojo.

¿Hermione había pedido que lo sacaran de Azkaban? ¿Tal vez ella vio la verdad en una de sus visiones? El corazón de Sirius se apretó y luego se llenó de distintos sentimientos. La gratitud, el dolor y la esperanza siendo algunos de esos sentimientos. Si Hermione lo había visto en una visión, entonces eso significaba que en el futuro él podría ser un hombre libre, significa que los pecados por los que se le culparon no estarían sobre él. Si Hermione lo había visto en una visión, entonces eso significaba que él podría recuperar a una parte de su familia de nuevo.

—Y cuando atrape a ese asqueroso traidor yo voy a... ¿Sirius? —la niña preguntó, atónita.

Él hombre de ojos grises la estaba abrazando con fuerza, su frente apoyada en el hombro de la niña mientras su cuerpo temblaba ligeramente, sacudiéndose con los temblores de su llanto.

—Gracias. —él susurró con la voz quebrada mientras apretaba a Hermione fuertemente contra él.

Hermione no pudo hacer algo más que abrazarlo de vuelta mientras acariciaba dulcemente la cabellera rizada del hombre. Y así fue como pasó ese día. Con Hermione, una niña que ocultaba muchos secretos, consolando a Sirius, un hombre que estaba completamente roto. Un hombre que estaba tan roto como ella misma lo estaba también. 

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora