Capítulo 1: 1 de septiembre.

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Hermione sonrió decidida mientras caminaba por entre la gente acompañada de sus padres. Sus ojos marrones mirando a su alrededor en busca de cabelleras pelirrojas que seguramente pertenecían a la familia Weasley.

Ella ya tenía un plan.

Después de haber aceptado que de alguna manera había regresado al pasado y prometiéndose buscar en todos los libros de la biblioteca información relacionada con aquel tema, había planeado lo que haría durante sus primeros años en Hogwarts.

—¡Hermione, no te alejes! —su madre le dijo con preocupación, pero no fue escuchada por la niña.

Lo primero que haría Hermione, sería buscar a los Weasley y tratar de hacerse amiga de Ron, esta vez, tratando de llevarse bien con él desde el principio.

Lo que la llevaría directamente a la segunda parte.

Encontrar a Harry.

Según ella tenía entendido, Harry y Ron se conocieron en el expreso Hogwarts. La señora Weasley ayudó a Harry a encontrar el andén 9¾, los gemelos lo ayudaron a subir su baúl y luego Ron se sentó junto a Harry. Y el resto ya era historia, pues ella sabía lo que ocurría después.

Encontrar a Ron y su familia sería encontrar también a Harry, por lo que Hermione mataría dos pájaros de un tiro haciéndose amigas de ambos nuevamente. ¡Y esta vez con un buen comienzo!

Tratar con ellos ahora que los conocía bien sería fácil, después de todo, era Hermione Granger. Una bruja de diecisiete años mentalmente—incluso si su edad física era ahora de una niña de once años— y la mejor amiga de ambos chicos. O al menos, lo fue antes de retroceder en el tiempo.

Y había pasado por cosas peores, ¡Tratar con unos niños de once años no sería tan difícil!

Por otra parte, ella tenía que asegurarse de evitar los peligros de su primer año en Hogwarts. Esta vez Hermione se aseguraría de hacer caso a Dumbledore y no ir directo a la boca de Fluffy.

Ella no arriesgaría a Harry Potter, ni a Ron Weasley a una segura muerte. Ellos aún eran unos niños de once años y no debían estar expuestos a tal peligro.

Ella misma se aseguraría de encontrar la piedra filosofal y de enviar a Voldemort de vuelta al infierno si era necesario.

¡Tan solo debía atreverse a aparecer y Hermione mataría al bastardo de todas las maneras posibles!

Demasiado concentrada en sus pensamientos vengativos, Hermione no fue capaz de notar a las personas frente a ella sino hasta que su trasero estuvo contra el suelo y un quejido escapó de sus finos labios rosados.

La niña de castaños cabellos frunció el ceño, haciendo una mueca de dolor mientras pasaba a mirar a la persona con la que había chocado.

Dos pelirrojos exactamente iguales la miraban entre divertidos y preocupados, ambos con una sonrisa juguetona en los labios.

—Pero que tenemos aquí. —dijo uno.

—Una pequeña señorita lastimada. —dijo él otro.

Eran Fred y George Weasley.

Hermione los miró sorprendida, una punzada en su pecho al encontrarse con la mirada alegre de Fred, a quien luego de todos esos años de conocerlo por fin pudo reconocer y diferenciar correctamente de su gemelo.

"Cierto, él no ha muerto aún. Está bien, está sano y salvo.", pensó con alegría.

Sin que pudiese evitarlo, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras lo miraba.

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora