Hermione caminaba en dirección al Gran Comedor, ignorando a todo el que se le cruzase en el camino.
Sus ojos marrones brillando molestos, mientras buscaba una cabellera rubia en el lugar. Hasta que lo vio. En medio de Crabbe y Goyle, estaba Draco Malfoy mirando sorprendido a Harry Potter y Ron Weasley, quienes parecían cansados pero alegres.
-Draco Malfoy. -ella lo llamó con molestia y prepotencia en su voz. Los gemelos Weasley y Lee Jordan estaban sentados cerca, pero ella los ignoró.
Draco se detuvo a unos pasos de la mesa de Gryffindor y se giró a la niña.
-Buenos días, Hermione. -la saludó con una sonrisa nerviosa.
Por supuesto, él sabía que ella estaba molesta por su travesura.
-Te ves radiante hoy, -la halagó de la misma forma en que había visto a su padre halagar a su madre cuando esta se enfadaba. -¿No traes a tu ave contigo?
-¡Lo que hiciste fue algo realmente vil de tu parte! -ella espetó. -¡No fue correcto, ni honorable! ¡Eso no se hace, Draco Malfoy! -le regañó, su pie derecho golpeando el piso repetidamente mientras sus manos se pasaban en sus caderas.
(Severus, quien miraba la escena desde la mesa de profesores, pensó que Hermione se parecía a un conejo. Especialmente con esos dientes suyos que sobresalían.)
Draco se encogió de hombros. -Él se lo merecía.
Hermione carraspeo, molesta. -¿Y por qué, según tú, lo merece?
-Es Potter.
Hermione le dio un golpe en el hombro al niño. Draco se quejó, sobando su brazo adolorido.
-¡¿Por qué me golpeas?! -Draco chilló, mirándola con una mezcla de indignación, molestia y confusión.
-¡Que sea Harry no significa que merezca que lo molestes! ¡Casi me metí en problemas por tu culpa anoche! ¡No tienes idea de lo difícil que fue todo! ¡Incluso vi a...! -Hermione guardó silencio de forma abrupta. Habían cosas que era mejor no decir.
Draco la miró sorprendido. -¿Fuiste a ayudar a Potter? -su voz sonó herida.
-Si. -Hermione respondió. -Fui a advertirle que no irías. -sus ojos miraban con dureza a Draco.
-¿Por qué?
-Porque era lo correcto. -ella respondió, mirándolo fijamente con sus ojos marrones.
Draco apretó los labios, pareciendo molesto. Sus mejillas se pusieron de un suaves tono rojo y frunció el ceño. Le dio una mirada enrabietada a la niña y se alejó, seguido de Crabbe y Goyle quienes regalaron una pequeña sonrisa a la niña.
Hermione rodó sus ojos. Draco estaba haciendo una rabieta porque no le había gustado lo que hizo y ella no iba a prestarle atención esta vez. Él niño tenía que aprender cuando algo era correcto y cuando no lo era.
Suspirando, ella caminó hasta sentarse en la mesa del Gran Comedor, lejos de todos. El libro: Tradiciones Mágicas del Mundo Mágico, en sus manos. Ya lo estaba terminando y había aprendido muchas cosas que, durante su anterior época en Hogwarts, ella ni siquiera sabía que existían. Cosas como el Yule, Las alianzas Mágicas entre Magos o Familias Mágicas, la unión mágica (que era algo similar a la historia del Alma Gemela o Hilo Rojo), Las Grande Familias Mágicas de Sangre Pura y su historia, entre muchas otras cosas que Hermione consideraba interesantes y útiles.
La pequeña Granger se había aislado desde lo que pasó con el perro de tres cabezas, Harry lo notó enseguida, también Neville y, por supuesto, los gemelos Weasley. Y entre las niñas de Gryffindor, gracias a Lavander y Patil, corría el rumor de que Hermione tenía un pasado trágico que no deseaba contar a nadie y que por eso tenía tantas pesadillas, y actuaba de la manera en la que actuaba.
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La esmeralda de la bruja |Hermione Granger
FantasyHermione Granger falleció en la guerra. Lo último que sus ojos vieron fueron los brillantes ojos esmeralda de Harry sin vida y lo último que sintio fue la agonía por la muerte de Ron. Y por más que ella luchó para protegerlos, fue asesinada también...