Capitulo 33: Uno de esos días cualquiera...

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<<R,

Snuffles piensa que veo el futuro. ¿Cuál es el plan de acción ahora?

Esperando tu respuesta, H.>>

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Hermione se levantó temprano esa mañana, empujando sin piedad a Snuffles que estaba usando sus piernas como almohada y corriendo a su armario para buscar lo que usaría ese día. Este día era importante por diversas razones, así que tenía que asegurarse de vestir lo mejor posible.

Ella dio un vistazo al perro negro que la miraba bostezando desde la cama. Una idea pasando por su mente, dudó un poco pero finalmente decidió preguntar. —¿Podrías escoger mi ropa de hoy? ¿Por favor? Necesito verme bien... —ella hizo una pequeña pausa, sintiéndose un poco superficial y vanidosa mientras hablaba. —Es un día importante.

Él perro ladró con entusiasmo, moviendo la cola alegremente.

En un abrir y cerrar de ojos donde hubo un perro ahora se encontraba un hombre con una gran sonrisa. Hermione casi se arrepintió de eso.

—Está bien... —ella dijo, con duda. —Entonces iré a ducharme, por favor, no elijas nada exagerado.

—Lo más llamativo posible, entiendo. —Sirius bromeó.

Hermione resopló y se metió al baño de su habitación rápidamente, esperando que Sirius no se excediera. Ella suspiró, ahora pasando a mirarse al espejo. Su cabello enmarañado, peor de lo habitual, ojeras profundas bajo sus ojos y pareciendo cansada y rota de una manera en que un niño de doce años no debería verse. Era un espectáculo que no le gustaba ver porque esto no era nada de lo que Hermione Granger era. Pero, sin embargo, era todo lo que quedaba de ella. Una Hermione rota, cansada y casi sin esperanzas era lo que había, era todo lo que podía ofrecer a los demás. Era todo lo que quedaba de ella dedicado únicamente a cambiar el futuro, dedicado a protegerlos. Dedicado a proteger a Harry.

El agua caliente se llevó parte de sus dolencias y con ellas también las lágrimas que caían de sus ojos, escondió los sollozos que escaparon de sus labios y liberó una parte de su dolor. Fue una pequeña parte, pero de alguna forma ayudó para poder continuar con su día.

Al salir de la ducha ella se aseguró de ponerse la poción para el cabello que Russell le había regalado (la que ayudaría a manejar sus rizos descontrolados) y se aseguró de practicar por un par de minutos su sonrisa frente al espejo hasta que estuvo satisfecha.

Sirius no estaba allí cuando salió de la habitación envuelta en su bata de baño. Hermione supuso que se había ido en algún momento para darle más privacidad, como hacía cada mañana desde que comenzó a vivir con ella. El hombre posiblemente era un perro en ese momento y estaba bajo la mesa recibiendo desayuno a escondidas por parte de su padre.

Hermione negó con la cabeza. Su padre creía genuinamente que Sirius era un perro (él no tenía forma de saber que no lo era, de todos modos) y solía malcriar bastante a Snuffles, especialmente cuando se trataba de comida para el disgusto de su madre.

Una mueca se dibujó en los labios de la niña cuando pensó en su madre y sacudió la cabeza, prefiriendo enfocarse en la ropa sobre la cama que en ella.

—Vaya. —murmuró.

Unos shorts de un bonito verde oscuro con un pequeño doblez en la tela inferior y una margarita amarilla en el área del muslo derecho, un suéter delgado color crema que, extrañamente, le recordaba un poco al profesor Lupin y unas botas verdes (que Hermione había escuchado que llamaban 'botas Dr. Martens' por algún motivo) y un cinturón. Era ropa que ella usaba, pero que no había pensado en combinar nunca. Hermione notó un vestido verde veraniego sobre la cama también, tenía un dibujó de un pequeño sol en las mangas y había una chaqueta de mezclilla junto a este y a su lado un par de mocasines.

Hermione se debatió por unos segundos que ropa prefería de entre la que dejó Sirius sobre la cama y optó por ponerse el primer atuendo, mientras una idea vaga sobre la predilección inusual de Sirius por la ropa verde con diseños de cosas amarillas ese día aparecía en su cabeza.

Escuchó unos rasguños en la puerta y un ladrido. Hermione abrió la puerta dejando pasar al perro, quien la observó contento.

—¿Quieres que te peine el cabello también? Sé hacer bonitas trenzas.

—¿Cómo es que sabes hacer trenzas? —Hermione lo miró a través del espejo mientras se peinaba el cabello.

Sirius sonrió alegremente. —A veces me gusta peinarme. —respondió, mientras quitaba el peine de las manos de Hermione y comenzaba a peinarla con suavidad. —Y cuando iba a la escuela solía aburrirme bastante, así que, si no estaba planeando una broma o jugando con los chicos, me quedaba viendo como algunas niñas se peinaban y luego trataba de hacerlo conmigo mismo.

Sirius parecía orgulloso de aquellas palabras, mientras tomaba un frasco de Sleekeazy que Hermione tenía sobre su tocador y echaba unas cuantas gotas sobre el cabello de la niña, comenzando a aplicarlo mechón por mechón como si tuviera practica en ello. Hermione sospechó que lo hizo, de lo contrario, no se explicaba como es que Sirius después de escapar de Azkaban y luego de estar encerrado en Grimmauld, lograba tener el cabello tan bonito.

El graznido de un cuervo se escuchó y Hermione supo que Reggie había llegado. El ave revoloteo a su alrededor, mirándolos a ambos con lo que parecía curiosidad. Sirius le frunció el ceño al ave antes de seguir con su tarea, comenzando a hacer dos pequeñas trenzas en la parte delantera de la cabeza de la niña, una en el lado izquierdo y otra en el lado derecho, y luego uniendo las puntas de estas en el área de la nuca con una bonita cinta.

Hermione lo dejó trabajar tranquilo, sabiendo que de alguna manera eso hacía que Sirius se sintiera un poco útil y preocupándose de mimar a Reggie con caricias.

—Estás lista. —Sirius miró orgulloso su trabajo.

Hermione se miró al espejo con una sonrisa. Se veía bonita, especialmente con su cabello más controlado y ese peinado.

—Gracias, Sirius. —la niña le sonrió dulcemente al hombre.

—Cualquier cosa por ti, gatita.

La puerta fue tocada un par de veces y el padre de Hermione se asomó. —¿Con quién hablas?

—Snuffles. —Hermione señalo al perro, quien soltó un ladrido.

Él hombre sonrió con gracias. —De acuerdo. —sus ojos observaron a su hija con dulzura. —¿Pueden Snuffles y tu bajar a tomar desayuno, princesita? Los gofres de chocolate se están acabando.

El perro ladró al tiempo en que la niña corrió en dirección a la cocina. Richard se río. 

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¡Lo siento se que es un capitulo muy corto, pero es que no tengo mucho tiempo para escribir y estoy agotado por la universidad! Estudiar leyes no es solo lectura, aparentemente. Debí darme cuenta antes de haber llegado hasta mi tercer año, pero parece recién acabo de darme cuenta, jajaja. *Inserta carita de sufrimiento y lagrimas*

De todos modos, no quería dejarlos sin nada que leer, así que dejó este capitulo por ahora. No es tan genial como normalmente, pero este recuerda que, de todos modos, es uno de los felices y de los de mierda-dolorosa-y-triste que vendrán (con bastantes, así que preparen los pañuelos). ¡Trataré de actualizar mis otras novelas también! Entonces, ¡Nos leemos!

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora