Entonces sucedió algo que hizo a todos asustarse aún más de lo que ya lo estaban y mucho de los que estaban atrás gritaron.
—¿Qué es...? —Harry resopló. Lo mismo hicieron los que estaban alrededor.
Unos veinte fantasmas acababan de pasar a través de la pared de atrás. De un color blanco perla y ligeramente transparentes, se deslizaban por la habitación, hablando unos con otros, casi sin mirar a los de primer año. Por lo visto, estaban discutiendo.
A Hermione se le hicieron familiares las palabras que el Fraile Gordo decía.
—Perdonar y olvidar. Yo digo que deberíamos darle una segunda oportunidad...
—Mi querido Fraile, ¿no le hemos dado a Peeves todas las oportunidades que merece? Nos ha dado mala fama a todos y, usted lo sabe, ni siquiera es un fantasma de verdad... ¿Y qué estáis haciendo todos vosotros aquí?
El fantasma, con gorguera y medias, se había dado cuenta de pronto de la presencia de los de primer año.
Nadie respondió.
—¡Alumnos nuevos! —dijo el Fraile Gordo, sonriendo a todos—. Estáis esperando la selección, ¿no?
Algunos asintieron. Hermione dio un vistazo a todos los niños presentes de forma rápida y luego a los fantasmas.
—¡Espero veros en Hufflepuff! —continuó el Fraile. — Mi antigua casa, ya sabéis.
—En marcha —dijo una voz aguda. —La Ceremonia de Selección va a comenzar.
La profesora McGonagall había vuelto. Uno a uno, los fantasmas flotaron a través de la pared opuesta.
—Ahora formad una hilera —dijo la profesora a los de primer año— y seguidme.
Hermione sintió su estómago revolverse mientras avanzaban. ¿Qué pasaba si ahora que algunos de sus valores habían cambiado a ella le tocaba ir a otra casa? ¿Y si no lograba quedar en la misma casa que Harry y Ron? ¿Y si por eso se le hacía más difícil juntarse con ambos niños y no podía volverse su amiga ese año, ni salvarlos de todo lo que se avecinaba, y por eso ellos morían de nuevo? ¿Qué haría ella entonces?
Hermione sintió la ansiedad aumentar y con ello, las ganas de vomitar crecieron a tal punto de hacerla dar una arcada, en consecuencia, la niña cubrió su boca rápidamente.
Sintió una mano posarse su hombro mientras se apretaba el estomago con la mirada llorosa, completamente aterrada por todas las cosas que pasaban por su mente. Una peor que la otra.
—¿Estás bien? —una voz baja e infantil preguntó.
Sus ojos marrones se dirigieron al dueño de la voz. Ese era Draco Malfoy, quien la miraba con sus ojos azules grisáceos llenos de preocupación, mientras sostenía una mano en su hombro suavemente.
Por un momento, ella se confundió, no comprendiendo porque aquel niño que la odiaba tanto ahora parecía preocupado.
Rápidamente, sin embargo, recordó que esta vez no tuvo su primer encuentro con Draco en el tren, por lo que él niño no sabía que ella era hija de muggles y, por ende, no la detestaba aún por su casta.
Lentamente, la niña asintió, quitando la mano de su boca y respirando profundamente un par de veces, ella le enseñó una pequeña sonrisa al niño.
Ella no tenía porque ser mala ahora. Después de todo, Draco todavía no le había hecho nada y hasta ahora, él parecía genuinamente preocupado. Además, pelear con un niño de once años era francamente una tontería que ella no estaba dispuesta a hacer.
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La esmeralda de la bruja |Hermione Granger
FantasyHermione Granger falleció en la guerra. Lo último que sus ojos vieron fueron los brillantes ojos esmeralda de Harry sin vida y lo último que sintio fue la agonía por la muerte de Ron. Y por más que ella luchó para protegerlos, fue asesinada también...