Capitulo 5: La carta y el Cuervo.

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Hermione suspiró comiendo un bocado de huevos revueltos, mientras miraba al chico frente a ella: Lee Jordan. Él chico hablaba y hablaba sobre una de las nuevas bromas de los gemelos Weasley, riendo y bromeando.

El ceño de la niña se frunció ligeramente, antes de ladear la cabeza y girar a mirar en dirección a la mesa de Slytherin. Alguien había estado mirándola desde hace un rato y la mirada ya le estaba incomodando.

En cuanto sus ojos hicieron contacto con los ojos grises de Draco, Hermione bufó. Él niño, por el contrario, le sonrió.

Era extraño y Hermione no lo entendía, pero Draco parecía estar siendo amable con ella todo el tiempo, como si quisiera ser su amigo. Anteriormente no había sido así, pero ahora lo era. Por supuesto, todavía nadie sabía que ella era hija de muggles. Así que probablemente era por eso.

Draco le hizo una seña, como señalando a alguien a su lado. Hermione frunció el ceño y giro su cabeza lentamente, encontrándose con la cara sonriente de Fred Weasley.

—¿Ocurre algo? —preguntó.

La sonrisa en los labios de Fred se amplió. —Es una buena noticia que hagas amigos, pequeña señorita. —comentó.

—Aunque un Malfoy... —George dijo, arrastrando un poco las ultimas palabras. —Pero un amigo es un amigo. Y, de todos modos, ese niño no parece ser como su padre.

Hermione apretó los labios.

—No somos amigos. —espetó.

—¿No? —los gemelos dijeron confundidos.

—No. —aseguró Hermione. —Él parece querer ser mi amigo, pero a mi no me interesa.

—¿Por qué no? —preguntó George, mirándola con curiosidad.

Hermione se encogió de hombros. —Solo... mis propios motivos. —murmuró.

Pero la verdad era que Hermione sabía que, en cuanto Draco se enterara de que era hija de muggles, una amistad entre ellos no tendría posibilidad. De hecho, él niño incluso podría comenzar con su acoso, igual que antes.

Hermione no quería sufrir por una amistad, no en ese momento. No cuando tenía muchas otras cosas que hacer.

—Oye, uhm... —Hermione miró a Fred, fingiendo no saber quien era.

—Fred. —él chico dijo, sonriendo divertido.

Internamente, a Hermione le sorprendió que él chico no bromeara sobre su nombre como siempre lo hacía y tratara de confundirla.

—Fred, sí. —ella asintió. —¿Podrías pasarme la naranja que está allí? —preguntó, apuntando cerca de donde se encontraban Harry y Ron, queriendo desviar la atención de si misma.

Harry estaba mirándola, otra vez. Hermione le sonrió el niño apartó la mirada rápidamente. Ella puso los ojos en blanco, lo que sea que pasara por la mente de Harry, ella creyó que era mejor no saberlo en ese momento. 

Él pelirrojo, Fred, por otra parte, asintió, tomando una naranja y comenzando a pelarla, para posteriormente dársela a la niña de cabellos enmarañados.

—Oye, pude hacerlo yo misma. —Hermione se quejó.

Fred se encogió de hombros. —Podrías. Pero lo hice yo.

Hermione abrió la boca para decir algo, pero el canto de las lechuzas le interrumpió.

Las aves pasaban por encima de la mesa, deteniéndose y volando llevando paquetes o cartas a los alumnos. Hermione incluso pudo distinguir a Hedwid pasar, seguramente para visitar a Harry como cada día.

La esmeralda de la bruja |Hermione GrangerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora