15 Pt2.

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Ambos salimos de la habitación y caminé hacia la mía, seguida de él.

Realmente no entendía qué mierda hacía aquí a esta hora o por qué carajos me seguía, pero conociéndome hablaría alto y despertaría a los niños. Además, si necesitaba hablarme de algo importante que no pudiese escuchar nadie— Como nuestro engañoso trato, o las razones por las que estaba en esta casa o este siglo.—

—No deberías estar en la alcoba de una dama.— Me detuve de cualquier acción cuando lo ví acomodarse en la pequeña sala que tenía la habitación.— Y menos sin un chaperon ¿Qué dirá la gente?

Eso lo había aprendido de Margareth, últimamente estaba aprendiendo muchas cosas con solo verlo, era interesante y a veces ridículo el comportamiento.

—Todos creen que eres mi prometida.— Se encogió de hombros, quitándole importancia.— La gente en estos años no es tan escandalosa cómo antes, tal vez uno que otro anciano, pero del resto, solo lo verán como un hombre ansioso visitando a su futura y amada esposa.

Ah mira, no son tan escandalosos. Dichosa yo que vine a parar en un siglo tan misericordioso y con la mente tan abierta.

— De todas formas ¿Qué te trae por acá?— Me senté junto a él, queriendo aclarar mis dudas.— Pensé que tus obligaciones te iban a tener muy ocupado estos días.

Minho soltó un suspiro, mirando hacia la ventana y sus orejas enrojeciendo en el momento.

—El general Wedking y yo tenemos cargos diferentes, por lo que me fue una sorpresa cruzarmelo en una junta con mi jefe. De alguna forma, todos en el bar se enteraron de mi compromiso.— comentó completamente avergonzado.— Mi jefe luego de regañarme me ordenó dejar mis obligaciones como guardia para cumplir con las de esposo.

Reí por el ligero puchero que comenzaba a formarse en sus labios.

—Debió ser muy gracioso.— comenté luego de terminar de reír, atrayendo la mirada de Minho.

— Más que gracioso yo lo llamaría vergonzoso.— bufó, frunciendo más el entrecejo.— Todos me trataban como un niño inexperto, incluso compañeros con rangos menores al mío ¡Es simplemente un insulto! ¿Cómo osan creerse más sabios que yo?— Refunfuñó como aquello que tanto negaba ser, un niño.

Realmente parecía un niño escondido en un disfraz de hombre.

—¿Si? Pobre de ti.— Decidí darle un poco de consuelo, porque supongo que eso era lo que buscaba.

—¿Verdad que si? Hablaron como si ellos no hubieran cometido errores con sus esposas.— Volteó su cuerpo para estar de frente a mí y yo asentí, dándole la razón para que se dejara de quejar.

— Así es, Minho. Tienes toda la razón.— El puchero fue reemplazado por una pequeña sonrisa orgullosa que honestamente, me contagio.— Además, cada uno vive la experiencia de forma distinta y las relaciones no van a ser iguales ¿O sí?

—Dichosa eres de tener una inteligencia inigualable, Madeleine.— Me halagó, completamente satisfecho por ponerme de su lado.— Siendo sinceros, creía que no eras una mujer cuerda y sensata pero parece que sí.

¿Me dijo bruta y loca?

—¿Disculpa?— Me ofendí pero pareció ignorarme.— ¿Te quedarás entonces?— Decidí cambiar de tema.

Minho asintió cerrando los ojos y tomando la confianza para apoyar su cabeza en el respaldar del sofá.

Se veía cansado.

Respiraba tranquilamente con el verdadero sueño respirándole en la nuca. Tenía pequeñas ojeras ocultas por sus pestañas pero eran visibles, incluso las pequeñas arruguitas al lado de sus ojos.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora