sky ;; Lee Minho

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Las cosas no estaban tan bien. Mónica lo sabía.

El grupo estaba completamente tensionado ante el nuevo descubrimiento y la nueva pista que tenían.

La dama del retrato había aparecido y tal parece que su valor en el juego iba en aumento.

—Mónica, necesito que vengas.— Soyeon la llamó y ella simplemente asintió. Levantó levemente su vestido y caminó con la gracia que la caracterizaba fuera de la casa no sin antes tomar la caperuza negra y vestirla.

Saludaba amablemente a todas las personas que se le cruzasen del barrio con un asentimiento de cabeza mientras su compañera iba sin soltar palabra alguna. No sabía qué había sucedido, pero parecía ser demasiado serio.

Entró al bar pasando de los borrachos que se reunían ahí y con permiso sobrepasó la barra junto a Soyeon, quien descuidada y sin una pizca de delicadeza abrió la puerta detrás, revelando a gran parte del grupo sentado.

Sin embargo, un nuevo rostro llamó su atención. Un hombre de su edad, se atrevería a decir, la miraba fijamente, con los ojos entrecerrados.

—¿Es ella?— Preguntó al capitán. Sin dejar sus modales de lado, reverenció a ambos.

—¿Qué piensa, Seungmin?— El capitán habló al hombre y Mónica pasó sus ojos a él. Peter y Sam estaban a un lado, en completo silencio.

—Es parecida, sin embargo, no es la misma.— Terminó por opinar, suspirando con cansancio.

—Se los dije.— Peter habló.—Yo mismo vi el retrato, no hubiera sido tan descuidado.

—¿Se puede saber de qué diablos hablan?— Soyeon cansada de ser espectadora, se unió a la conversación, frustrada por no entender. Mónica le agradeció, no hubiera sido capaz de preguntar aún bajo la mirada de todos en la sala.

—Sobre la mujer del retrato.— Peter explicó a medias. Soyeon chistó, exigiendo más de su respuesta. Peter suspiró y señaló a Seungmin.— Wedking la conoce, tal parece que es mujer del caballero, no del príncipe.

—¿Y qué diantres hacemos aquí sentados?— La mayor de las mujeres se exaltó, casi dichosa.— ¡Tenemos una oportunidad de voltear el juego!

—Desapareció.— Por primera vez, el castaño desconocido habló aún sin quitar la vista de Mónica .— Sería muy arriesgado mover un dedo justo ahora.

Su capitán, quien estaba mirando un punto fijo, gruñó, arruinando su prolijo peinado mientras revolvía su cabello con frustración.

—Maldita sea.— Lo escuchó murmurar.

Buscó los ojos de Han, esperando una indicación o algo, no sabía que hacer y tampoco es como si le dijeran mucho.

Peter rodó una caja de cervezas y la puso a su lado. Palmeó la superficie y Mónica supo que tenía permiso para sentarse a su lado.

Ni corta ni perezosa lo hizo, aún observando con preocupación el rostro afligido del contrario.

—¿Es tan grave su desaparición?— En un susurro preguntó, acercándose a su oreja.

—Mucho.— Habló de la misma forma, girando su rostro y apegándolo a un lado del suyo.— Tal parece que el capitán la conoció también y su parecido es tanto, que pensaron que eras una traidora.

Mónica se alejó tras eso, mirándolo entre atónita y sorprendida no porque hubieran tenido la audacia de pensar que era una traidora.

Hace poco, durante el show de la plaza junto a Sam, también había visto una mujer parecida a ella, incluso llegó a pensar que la insolación y el calor le habían afectado y comenzaba a alucinar.