sky ;; Lee Minho

11

—Quita esa cara, te ves bonito.— Acomodé el velo sobre el sombrero de Felix para que la mueca malhumorada no se viera.

—¿Por qué no puedo salir de otra forma?— Se quejó— ¡Tantas prendas...y tuve que venir a parar con vestido!

—Silencio, linda damita.— Me burlé, apartándome y mirando a Felix.

Tal vez no podíamos escapar por la paredilla, tal vez tampoco podíamos salir así como así y arriesgarnos que algún guardia nos vea y el rey le ponga precio a mi cabeza.

Pero nadie pondría problema al verme caminar libremente por el reino con una linda amiga ¿No?

—Sigo diciendo que es una mala idea.— Felix levantó el velo y me vió esperanzado en dejarlo fuera de aquello.

—El corsé de verdad hace magia.— Impresionada lo ignoré por ver la silueta que formaba en su cuerpo tal aparato de tortura llamada vestimenta femenina.

—¡Hablo en serio!— Chilló, cruzándose de brazos enojado.— Deja de mirarme, me siento avergonzado.

—Ay, vamos.— Me tomé la molestia de descruzar sus brazos.— ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que tu hermano te vea a lo lejos y se enamore de ti?— Me burlé y me di el derecho de carcajear cuando ví la mueca de preocupación en su rostro.— Oye no, no. Hay miles de mujeres lindas en el reino ¿Sinceramente crees que te miraría a ti?

Su preocupación se perdió de su rostro cuando una mueca ofendida se pintó en él y me eché a reír con ganas cuando acomodó su postura y se enderezó exageradamente.

—¿Y quién lo dice? Mi belleza es tanta que te apuesto a que consigo tener más miradas que tú, sucia.— Su mirada de reojo cuando pasó a un lado de mi me hizo sonreír.

—¿Quieres apostar?— Me aseguré de ponerme a su lado enganchando mi brazo. Felix asintió.—¿Qué deseas, muchachito?

—Escuché decir a unos guardias que hay nuevas tintas en el centro de la plaza. Llévame.— Ordenó y yo asentí, igualmente si me lo pedía lo llevaría.

—De acuerdo, damita.— Bajé su velo y acomodé mi sombrero sonriendo.— ¿Vamos?

—Vamos.

Llevaba un gran sombrero que cubría mi rostro y Felix tenía uno similar debajo del exagerado velo, que según lo que yo creía se usaba de esa forma en esta época, aunque más bien parecía como si Felix fuera una novia y yo estuviera directo al altar a entregarlo con el novio. Pero no importaba, servía perfectamente para cubrir su rostro.

Salimos del jardín y saludabamos a todos los que nos miraban hasta salir del terreno del castillo con gestos de manos delicados, principalmente Felix que estaba decidido a dejar en claro que su divinidad no tenía nada que ver si estaba vestido de hombre o mujer. Honestamente es lindo de todas las formas.

—¿Las llevo a algún lado, señoritas?— Un hombre amable sonrió, sacándose el sombrero y señalando su carroza al frente. Los caballos relincharon.

Varias carrozas estaban paradas fuera del terreno del castillo, supondré yo que es como el Uber del viejo siglo.

—¿Puede llevarnos a la plaza?— Pregunté yo luego de que Felix asintiera a la pregunta del señor. Amablemente el caballero sonrió y abrió la puerta para ambos.

Extendió su mano para ayudarnos a subir y dejé que Felix subiera primero, apoyándose en la mano del hombre para entrar a la carroza y haciendo espacio aplastando el pomposo vestido. Cuando lo vi acomodado, copié su acción agradeciendo al hombre cuando cerró la puerta.