Corría tanto como le era posible, sintiendo sus pies arder y lastimarse por el esfuerzo.En sus manos, una muñeca de trapo y una piedra ensangrentada.
Sangre de libertad, sangre de muerte, de injusticia, de traición y dolor.
Tanto dolor reprimido que aún no era capaz de soltar, no cuando vió el cuerpo de su padre ser enterrado a lo lejos, sin poder llorarle, sin poder honrarlo como solo él lo merecía.
Era su hija y él era su padre.
La única persona que había cuidado de ella y la había hecho ser quien era, estaba muerta por culpa de la codicia humana, si es que podría llamarse a aquel monstruo humano.
Y estaba ciega, porque ella misma había visto vida en los ojos de la bestia. Misma bestia que ahora estaba luchando contra ella por su propiedad.
Ella no era de nadie, su padre se lo había enseñado y ella bien lo había aprendido con los años, rechazando por completo los matrimonio arreglados que veía a lo lejos en la plaza del pueblo en las familias de élite.
¿Eran acaso las mujeres objetos que se les vendían al mejor postor?
Ella quería vivir por amor y sanar con el mismo amor.
Pero las cosas no salieron como lo planeó.
Oh, tan desdichada tuvo que ser...¿Por qué no le hizo caso a su padre sobre aquel hombre? ¿Era su naturaleza rebelde la misma que la cegó? ¿O ese hombre la había engatusado?
No tenía sentido, era una idea con tanta falta de conciencia que rozaba la locura.
Ese hombre, luego de matar a su padre quien era la persona más importante de su vida, tenía planeado con toda la paz del mundo reclamarla como su esposa.
Realmente, el tipo estaba fuera de sí.
-¡No podrás escapar, conozco estas tierras como la palma de mi mano!- Lo escuchó gritar, importándole poco el escozor que sintió en su mejilla al lastimarse con una rama.
Impulsó más su carrera, rezándole a ese Dios al que siempre fue fiel cubrirla con su manto, cuidarla de todos los males y si era de su voluntad, mantenerla con vida para poder honrar la memoria de su padre como se debía.
Como ella se lo debía a él.
Pero su silenciosa plegaria no alcanzó a tocar el cielo.
A su frente, un río enfurecido y enloquecido se interponía a lo que pensaba era su única salida.
-Mi Dios, ¿Por qué me has desamparado?- Sollozó, mirando al cielo escuchando los pasos no muy lejanos.- A mi, tu cierva que siempre te ha servido ¿Es esta tu voluntad?
No.
Ese realmente no podía ser su final. Al menos no en manos del mismo hombre que ensució sus manos con la sangre de su sangre.
Si la voluntad de Dios era que muriera, lo haría de otra forma.
Con todo el valor que alcanzó reunir en pocos segundos, amontonó las telas de su vestido en ambas manos dando mayor libertad a sus pies y de forma arbitraria se arrojó al río, intentando no resbalar, rezando nuevamente, pidiendo al cielo una última voluntad diferente.
Y como un último milagro concedido, pudo atravesar el río, en la superficie, miró sus pies heridos. El color carmesí de su sangre se mostraba llamativo pintado sobre su blanquecina piel, como una obra de arte sobre el lienzo de un artista.
-¡Tu audacia es de admirar!- Se giró mirando hacia el otro lado del río, su persecutor, se encontraba ahí recuperando el aire que ni siquiera merecía.- Pero no pienso rendirme.- Sentenció, tan serio como nunca se había escuchado.-¿Por qué no acabas con esto, amor mío? ¿Acaso no querías vivir felizmente conmigo a tu lado por el resto de tu vida?
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sky ;; Lee Minho
Fanfiction"-Aunque no estemos juntos, solo me basta mirar el cielo para sentir tu cercanía."