sky ;; Lee Minho

38

Minho inesperadamente se encontraba recuperado para el día siguiente, por lo que, a primera hora del día justo antes del desayuno, estaba cubierta de un vestido azul oscuro, no brillante, no tan pomposo. Solo un vestido azul oscuro.

Mis vestidos estaban guardados en el armario que me habían asignados en la casa de los Wedking, solo unos cuantos habían quedado en la pequeña casa de Minho.

Minho estaba con su cabello peinado y portando un traje diferente a su uniforme. Iba de civil.

Me había comentado todo el día anterior que se sentía culpable por no darme una boda que estuviera a la altura de una dama de sociedad.

¡Ni siquiera me había presentado a la sociedad!

Sin embargo, Minho se echó a reír de mi cuando confundió mi confusión con preocupación, alegando que no era necesario que debutase en sociedad cuando ya me iba a casar. Aparentemente, el debut en sociedad era exclusivamente para que las familias con señoritas de 18 años las presentasen a posibles futuros esposos.

Quise disculparme diciendo que Bridgerton no me había preparado para esto.

También me comentó que el príncipe por fin había elegido a la princesa consorte y tan pronto como se había llevado a cabo el matrimonio, el reino entero entró en un estado de felicidad masivo en donde todos anhelaban vivir el momento donde el príncipe anunciara que la línea real continuaba con un precioso hijo varón.

Tuve que hacer un esfuerzo para morderme la lengua y no preguntar por qué varón y no niña.

Sin embargo, aún en dirección a ver al rey dentro del carruaje, Minho seguía disculpándose porque nuestra boda iba a pasar desapercibida a raíz de que el reino entero tenía los ojos puestos en la familia real.

No podía importarme menos, pero a las mujeres de este siglo parecía gustarles ser el centro de las miradas. Y no podía juzgarlas, a mi también me gustaba solo que de una manera completamente diferente.

—¿Minho estás bien?— Me atreví a preguntarle. Jugaba con uno de los anillos que llevaba en sus dedos mientras lo veía morder el interior de su mejilla, no quería pensar que era nerviosismo porque no había razón, sin embargo todo indicaba que si.

—Si, solo estoy algo...nervioso— Confesó lo obvio y asentí, fingiendo que entendía—. Has de comprender que crecí en el castillo y mi relación con el rey y la reina tiene cierta familiaridad. Eres la única mujer en la que me he visto interesado— Confesó, jugando ahora con sus dedos—, pedir la bendición del rey para nuestro matrimonio es presentarte a la familia real como mi futura esposa y no te lo tomes como ofensa, pero realmente temo que no te acepten o te encuentren digna.

—Comprendo tu preocupación.— Lo tranquilicé. Tomé la mano que jugaba con su joya entre mis manos y él sonrió.— Hay que tener fe.— No sé qué tenía que ver aquello, pero pareció tranquilizarlo, recibí un pequeño apretón en mi mano como respuesta.

Minho apoyó su otra mano sobre la mía y acarició levemente.

—Antes de llegar, también quisiera hablar algo contigo.— Esta vez habló serio.— Sería un descaro atribuirle todo mi nerviosismo a la reunión con el rey, la verdad es que, me gustaría decirte algo y no sé cómo lo vayas a tomar.

Eso me extrañó, honestamente. Me dejó muy fuera de orbita.

¿Qué podría disgustarme que me dijera él?

—Es sobre tener hijos.— Soltó despacio. La leve caricia que daba se detuvo y levanté la mirada por completo solo para encontrarme con Minho mirándome fijamente. Estaba un poco pálido.— Estuve pensando si realmente decírtelo, más sé que sería un acto rotundamente egoísta no hacerlo, pero como sabes, las cosas en el reino no están bien y las cosas se han puesto mucho peor, los controles en el trabajo son más regulares y sus horarios estrictos.— Carraspeó acercándose a mi mientras veía de reojo hacia la ventanilla que había al frente, donde se veía la espalda del conductor.—Y Felix todavía está bajo mi cargo, es mi responsabilidad que él esté bien hasta que cumpla la mayoría de edad y pueda vivir con los monjes o lejos de aquí, de todo el peligro y eso no pasará sino hasta dentro de unos años.