15 Pt1.

797 105 34
                                    

-No, linda. Pasa la aguja por ahí.

Margareth me indicó y me sentí avergonzada porque era la tercera vez que me corregía.

Ambas estábamos tejiendo en la terraza del patio delantero, disfrutando de la vista de medio día después del almuerzo que obviamente, parecía sacada de un tablero de Pinterest.

Habían pasado varios días y podía decir que los Wedking eran una familia encantadora. La familia entera y los criados se habían acostumbrado a mí, Lia y Lily que se encontraban jugando en el patio, eran especialmente risueñas conmigo.

Brian ya tenía que volver a sus obligaciones y se llevó a su familia, pero eso no quitaba el ruido y movimiento de la casa. El señor Wedking de cierta forma me recordaba a Minho, casi nunca estaba en casa y cuando lo estaba era portando su uniforme.

Margareth se había tomado la molestia de enseñarme a cocinar y a tejer incluso, diciendo que lo necesitaría para cuando me casara. No quise decir nada al respecto porque se trataba de la buena voluntad que tenía y realmente no puedo culpar a las mujeres por el contexto de este siglo.

Además, de nada malo me vino aprender a hacer pan. Soy una experta haciendo pan.

-Lo siento, todavía no aprendo.- Me excusé, pasando el gancho por donde si era.

-Ay tranquila, aprenderás con la práctica.- con confianza palmeó mi antebrazo ligeramente.- Por ahora aprende lo necesario para abrigar a tus bebés.

Reí nerviosamente.

Y ella lo notó.

Corrí la mirada cuando Lily me saludó y le devolví el saludo. Lia gritó a su mamá y ella sonrió.

-Sabes...- Empezó hablando mientras volvía a retomar la manta que estaba haciendo.- He notado que te pone incómoda el tema de los hijos...

Ay...atrapada.

Margareth dejó la manta a medio hacer nuevamente en su regazo y se inclinó hacia mí. Maldita sea, tanto que estuve aplazando esta conversación...

-¿No quieres tener hijos?- Preguntó.- O es que te preocupa que Minho no pueda ser buen padre.

Negué de inmediato.

A pesar de que me habían tomado cariño en estos días, no creo que se llegase a comparar con el que le tenían a Minho. Si yo decía algo malo de él seguramente sería la bruja de la historia.

-No, no.- Me apresuré a negar.- Es solo que...- piensa- Es que, viéndola a usted, con su familia y sus hijos me hace pensar si yo seré tan buena madre.- Suspiré con fingida pena, aguantándome la sonrisa de orgullo por mi tan buena improvisación.

Me sentía mal mintiéndole pero no podía decirle "vea doña, lo que pasa es que yo no soy de aquí. No,no,no. No de aquí del pueblo, sino del siglo y como que eso de casarme joven y tener hijos me perturba."

Y mucho menos podía decirle las razones por las que Minho me dejó aquí.

Su rostro enseguida se relajó y me regaló una sonrisa.

-¿Es eso lo que te preocupa?- Tiró una risita.- Nadie nace sabiendo ser madre, se aprende.- Palmeó una de mis manos con cariño, acariciándola antes de apartarla.- Y ninguna madre es perfecta, todas tienen sus cosas.

-Ah...- Solté avergonzada.

-Pero viéndote aquí, incluso preguntándote eso...- esbozó una sonrisa más grande que la anterior.- De alguna forma siento que serás una gran madre y esposa.

-Gracias señora Wedking.- Amablemente recibí el halago.- Me tranquiliza mucho escuchar eso de usted.

- Ya te dije que me llamaras Margareth, somos prácticamente familia.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora