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—Papá ¿puedo ir a la biblioteca histórica?— Como si no fuera la gran cosa pregunté.

Papá detuvo la cuchara con su desayuno a medio camino y me miró, levantando una ceja, sonreí fingiendo inocencia.

Había llegado a la conclusión de que si quería saber más sobre la historia de lo que fue la ciudad en el mil seiscientos, tenía que ir al único lugar turístico donde te mostraban cualquier cosa sin tapujos que haya pasado en la historia del lugar: la biblioteca histórica en el centro.

La última y única vez que entré a la biblioteca histórica fue durante una excursión en primaria.

—¿Puedo preguntar por qué quieres ir, específicamente, a la biblioteca histórica?— Dejó la cuchara con la comida en su plato y me miró seriamente.— Si es algún truco para escaparte a algún lugar, la respuesta es no.

Volvió a tomar la cuchara y la llevó a su boca, dando el tema por terminado.

Pero yo no me iba a rendir tan fácilmente.

—¡No es ningún truco!— Protesté.— Quiero prepararme para el examen de ingreso a la universidad, sabes que lo presento antes del verano y que hay una sección de historia y ciencias sociales.— Mentí como una campeona, claramente el examen de la universidad contenía preguntas de historia, pero de historia universal.

El noventa por ciento de las preguntas eran de historia universal y el resto del departamento perteneciente a la ciudad, solo eso.

Papá levantó una ceja, sin poder creerme del todo.

—Te juro que no voy a agarrar para ningún otro lado.— Volví a prometer.

Tomó su teléfono que tenía a un lado del plato y miró la pantalla por un segundo antes de volver a dirigirla a mi.

—Iremos a la biblioteca, entonces.— Sentenció.— No me fio de que salgas sola.— Suspiró.— Termina de desayunar y dúchate, aprovecharemos que es mi día libre y almorzaremos por fuera, soy consciente de que pasar todo el día encerrada no te hará bien.

Asentí sin más ocultando mi sonrisa y comencé a comer apurada el desayuno, recibiendo la mala mirada de papá mientras me atascaba de comida.

Ignoré los reproches y salí como una bala disparada en dirección al baño con una toalla lista para ducharme. Me descambié y no tardé en sentir el chorro de agua bajar por mi cabello.

Y de nuevo, la sensación de que todo fue real volvió.

Era imposible, cada momento que veía mi cuerpo y lo sentía, podía creer con total convicción de que todo había sido real.

No solo la delgadez se había hecho notar; mi postura era mejor y mi cintura se había vuelto más fina. Ni con tres meses de gimnasio había logrado esos resultados. Mi cabello incluso lo veía diferente estando completamente suelto. Me enfermaba por completo sentirme de esa forma.

No me sentía yo.

La cabeza me golpeteaba siempre junto a esos pensamientos, me provocaba un malestar impresionante y una enorme angustia todo el asunto.

Si existía alguna posibilidad de que todo este lío fuera real o no, debería de existir alguna respuesta en la historia de la ciudad. Para ello necesitaba revisar meticulosamente todos los libros que hablan del mil seiscientos, pero con papá haciéndome tiempo en el reloj, estaba completamente limitada.

Si no encontraba nada, estaba decidida a ingresar en un hospital psiquiátrico en lugar de la universidad a voluntad propia.

Y la verdad no sabía que sucedería si, contra todas las corrientes, resulta ser algo real.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora