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—Cariño ¿Está todo bien?— Margareth a un lado me preguntó y de forma automática asentí.

Nada estaba bien.

—¿Estás segura? Te noto completamente ida.— La preocupación en su voz se notaba y me hacía sentir pena.— ¿Te está atormentando algo?

Negué, intentando rebuscar una excusa en mi cabeza, pero lo único que había ahí desde hace dos días era la imagen del cuerpo en la fiesta.

Mentira, también estaba la presencia de aquel hombre en el jardín. No tenía que ser inteligente para inferir que tenía algo que ver. Su insistencia para que me fuera, su aparición, todo él...

—¿Es por Minho?— Margareth volvió a preguntar y simplemente asentí, tomándolo como excusa. Sin pedirlo yo, me atrajo a ella en un abrazo maternal, rompiéndome por completo y dejándome llorar.

Lo necesitaba, de verdad.

—Querida, él pronto vendrá, no te preocupes.— Repartió pequeñas caricias en mi cabello, aún con aquella vibra de madre.—¿Lo extrañas tanto?— Solo asentí, con ganas de hablar.

No me sentía con derecho luego de ver en primera plana la herida de aquel hombre en el cuello.

—Vendrá pronto, no te preocupes.— Asentí para no preocuparla.— ¿Quieres acompañarme a cocinar...? O sabes qué, mejor no.— Negó rápidamente.— El encierro te está haciendo mal, deberías bajar al campo a jugar con las niñas, o al pueblo con Lisa.

No.

Al pueblo no.

Si ese maldito hombre de negro tenía algo que ver con lo que pasó, es probable que estuviera merodeando por ahí como si nada. Aquel maldito que tuvo la destreza de haberme sostenido una conversación y largarse luego de un asesinato.

Está claro que él no pudo ser porque yo misma lo ví irse, pero me parece demasiada coincidencia que alguien haya muerto justo cuando él desapareció, además de sus advertencias.

Él sabía que algo iba a pasar y me advirtio.

Mierda, no tenía caso.

—¿No quieres salir?— Margareth preguntó y negué, levantándome de la silla y sacudiendo el vestido. Las manos me sudaban.

Ni de loca bajaba al pueblo cuando posiblemente tuve contacto con un maldito loco.

Dios mío, menos mal no le dije mi nombre.

¿Qué iba a hacer si lo sabía? ¿Vendría por mí para no decirle que lo ví?

Si no puedo escapar de este maldito lugar lo mejor era esconderme. Sí, eso haré.

—No me estoy sintiendo muy bien, Margareth.— Disfracé un poco la verdad.— Mentiría si dijera que mi estado de salud es el mejor. Solo quiero ver a Minho.

Me sentía culpable al verla con total preocupación en su rostro. Ella de verdad me estaba tomando cariño y yo también.

Sentí las suaves manos de Margareth limpiar mi rostro y cuando me vió a los ojos, ni siquiera pude sostenerle la mirada por mucho tiempo. Me sentía culpable, avergonzada e incluso temerosa.

Si me iba, ella que era una gran mujer, se quedaba aquí. Si me iba ¿Qué excusa diré? ¿Qué pensará ella de mi?

Me encariñé tanto que me dolería que pensara mal.

El señor Wedking apareció por las escaleras con su uniforme completo, su capa con el escudo del pueblo estaba desacomodada y Margareth se acercó para ayudarlo.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora