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—¡Buenos días, pá!— lo abracé por la espalda y reí cuando saltó sorprendido. Su rostro expresaba completa extrañeza y casi se va de lado en cuánto planté un beso en su mejilla.

—Qué maravilla ven mis ojos.— De buen humor habló.— ¿Puedo saber por qué mi princesa amaneció tan alegre?

—Es secreto.— Siendo honesta, no le dije ninguna mentira.

Papá chistó alegre mientras terminaba de comer su desayuno. Yo preferí tomar una manzana y comencé a pelarla mientras aquella canción seguía saliéndose de mis labios que picaban con ganas de pronunciar el nombre de Minho.

Lo volvería a ver. Volvería a molestarlo y a sacarlo de quicio, o ver su sonrisa de orgullo apenas le dijera un cumplido o lo elogiara exageradamente.

—Papá, hoy tengo ganas de salir.— Me senté frente a él, empezando a tocar el tema sin ser tan obvia.

—¿Y eso? ¿A qué se debe?— Preguntó, tomando un poco de su café y mirándome sobre el borde de sus lentes.— ¿Irás de nuevo a la biblioteca?

—No.— Negué, tomando una rodaja de la manzana y mordiendo un poco.— Quiero ir a la playa.

—¿Tú sola?— Pude escucharlo hablar con preocupación.

Largué un suspiro y asentí, con miedo a que se negara.

Es que ya no podía hacerlo, porque ya tenía todo calculado.

Había quedado con Kwak—Como se había presentado el chico— a la entrada de la cueva para que me entregara el anillo y una muda de ropa apropiada para la época. Todo lo que tenía que hacer era servirle de ayuda tomando algunas cosas del pueblo. Me había contado que la última vez cuando fue llevado a la hoguera logró escapar y ahora era uno de los más buscado por herejía. Lo había contado con tanta gracia pero aún no le quitaba la enfermiza idea de matar a todo aquel que tenga una idea contraria al catolicismo. Me sorprendí entonces, al pensar cuántas personas habían muerto de esa forma.

No soy estúpida, es obvio que la corrupción existe desde siempre ¿A cuántos inocentes no mataron por ser una pieza más en su tablero de política y dominio?

—¿Y Keren no te puede acompañar?— Preguntó, todavía inseguro.

—Dijo que no podía, su mamá le pidió que acompañara a su hermano a no-sé-dónde— Mentí completamente. Ni siquiera le había dicho.

—¿Y de verdad tiene que ser hoy?— Me mordí la lengua, esperando no quejarme frente a mi papá que parecía no ceder.— Si quieres podemos esperar al fin de semana y salimos ambos. Almorzamos allá y te das un chapuzón ¿te parece?

No podía. Realmente me había comprometido y tal vez sea un capricho pero necesitaba saber si Minho, los Wedking y Felix estaban bien. Había tenido un montón de sueños relacionados con la guerra y necesitaba verlos bien al menos.

—¿Es muy urgente que sea hoy?— Preguntó de nuevo y yo suspiré negando. No le convenció.— Algo no me estás diciendo.— Concluyó, tan intuitivo y acertado como solo alguien que me ha visto crecer lo haría. Me conoce tan bien, mierda.— Si me eres sincera, tal vez te deje ir.

Y me sentí mal, porque no tenía derecho de mentirle ni a él ni a los demás, así como tampoco tenía derecho de usar a la gente que me quiere.

—¿Recuerdas a Hyunjin?— Me recriminé en lo más profundo de mi ser. Realmente era una mierda de persona. Papá pareció pensarlo, mientras entrecerraba los ojos mirando a la nada y asentía, volviendo la mirada a mi. Estaba nerviosa.— Quiero salir con él.

Me daba pavor que papá llamara a Keren o al mismísimo Hyunjin para confirmar que estuviera con él. Una cosa es usarlo para mentir y otra muy diferente era involucrarlo en la mentira. No me creía capaz luego de su confesión.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora