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A la mañana siguiente me desperté más confundida que antes. Había soñado con el rostro de Minho, lo que me hizo sentir pro un momento desubicada, muy desubicada en tiempo y espacio.

Papá se notó preocupado cuando no pude sacarme de la cabeza su sonrisa de alivio y admito que he de parecer una loca cuando perdí la conciencia por un momento en el desayuno. Y es que mi cabeza no estaba aquí, mi cabeza se había ido al carajo con Minho.

—¿Tienes planes para hoy?— Recuerdo que papá me preguntó antes de irse.

—No realmente.— Y de la misma simple forma yo le contesté.

Papá asintió no muy convencido y se despidió camino al trabajo con un beso en la frente. Pensé que sería otro día más perdido, encerrada en el apartamento, por lo que me tomó por sorpresa cuando el rostro de Keren apareció por mi puerta en la tarde.

Y más aún, que Hyunjin estuviera detrás de ella con una expresión gentil.

—¿No te molesta, verdad?— Me susurró Keren una vez que pasó a un lado y Hyunjin también, negué, por supuesto que ambos eran bien recibidos.

Me iba a sentar en el sofá individual pero Keren fue más ágil. No tuve más opción que sentarme junto a Hyunjin.

—Hola.— Hyunjin soltó y yo sonreí.

—Hola.— Le devolví.

—¿Tu papá dejó comida?— Keren preguntó y yo reí, asintiendo.

Disparada como una bala, salió directo a la cocina. Suspiré y dejé todo mi peso hacia atrás, recargando mi cabeza en el respaldo del mueble. Cerré mis ojos y de nuevo, mi mente creó la imagen de Minho en ella, el recuerdo de aquel día en el campo, riendo y jugueteando en un intento de pícnic, que fue más ambos acurrucados lejos de los ojos de otro.

Y era increíble, porque había notado que Minho cambiaba mucho a ojos de otro, me confundía, porque tal cual había dicho Felix; Minho era el caballero más ejemplar, el hombre que fue construido a imagen y semejanza de lo que la sociedad del mil seiscientos, acepta como ideal.

Era la representación exacta de ideal.

Pero también era viento, cuando estábamos solos, no se detenía a pensar en lo que decía, fluía de forma natural y en todas direcciones como un niño en su pequeño jardín.

Y era cielo, porque cuando nadie veía, dejaba de estar tan tenso y comenzaba a relajarse, comenzaba a desprender esa paz  y luz que tanto me gustaba sentir.

Y algo caprichoso también, era verdaderamente un niño cuando nadie ve, exigiendo caricias de aquí a allá para y solo para él.

—¿En qué piensas?— Abrí los ojos al sentir un par de caricias en mi coronilla.

Hyunjin estaba sentado despreocupadamente con la mejilla apoyada al respaldo del mueble, su brazo extendido con una mano tomando mechones de mi cabello y ubicándolos fuera del rostro.

Había estado tan apartada por tanto tiempo, que me es inevitable no sentirme incómoda, incluso si para él solo habían pasado horas y días, yo lo sentía como una eternidad.

Como era casi literalmente.

—En nada.— Respondí, junto con una sonrisa para tranquilizarlo que sin dudarlo respondió.

Titubeó, pero se acercó un poco y preguntó:—¿Puedo abrazarte?

No entendía a qué venía aquella petición pero sin pensarlo tanto lo permití, acercándome yo a él que de forma inmediata abrió sus brazos y me envolvió en ellos, una de sus manos frotaba mi espalda en cuanto su barbilla se apoyó en mi cabeza.

sky ;; Lee MinhoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora