Hubiera querido cumplir con su promesa de descansar correctamente.Pero para Minho, nunca había tiempo de descanso.
Como si su cuerpo supiera el vil pecado que estaba cometiendo, se despertó antes de que el amanecer golpeara en el calmo aposento de una dama.
Por Dios, Minho no sólo había dormido junto a ella, Minho no sólo había disfrutado de esta barbaridad. Minho había pasado la noche ahí, abrazado a una mujer que ni siquiera era su prometida verdaderamente, mucho menos su esposa.
Se maldijo a sí mismo, a sabiendas de haberse aprovechado de la vulnerabilidad de una mujer; reprochándose el haberse dejado seducir de tal forma.
Madeleine ni siquiera era del tipo de mujer con la que alguna vez pensó involucrarse, ni de cerca. Era irrespetuosa, libertina, imprudente y un montón de cosas que él no podría haber imaginado que una dama pudiera acercarse a ser.
Pero Minho era hombre. Sería una completa blasfemia negar lo atrayente que le resultaba, sería una equivocación negar que quería conocerla más. Había logrado corromperlo como para aceptar actos tan cargados de deshonra como los cometidos la noche anterior.
¿Qué caballero, con buen renombre y reputación, entraba a los aposentos de una soltera y dormía con ella?
Y lo que sorprendentemente lograba enfurecerlo más, era que no fue el primero.
¿Estaría ella acostumbrada a hacerlo? Mi Dios que los libre.
A Minho no se le olvidaba la mención de un amante olvidado en tierra olvidada y la verdadera razón de por qué Madeleine llegó a parar al reino ni las condiciones en las que estaba.
No quería tener una mala imagen de ella. No tenía razón ni coherencia, pero no quería que la imagen de la misma mujer que cargaba con tanto vigor y ternura a los hijos menores del matrimonio Wedking repentinamente cambiara para él.
Tenía una corazonada, quería creer que dicha corazonada le indicaba algo bueno.
Pero Minho no quería problemas y nuevamente y sin razón la mención de un amante regresa a él a perturbar su mente; se tomó libertades excesivas con la mujer de otro hombre e incluso ante los ojos de tercero había de por medio un compromiso.
¿Tendría Minho que irse a duelo?
Había actuado de manera tan imprudente que tenía miedo de afrontar las consecuencias. Sabía que el padre de Madeleine era médico y que ella era hija única ¿Su vida y honor correrán peligro por el simple hecho de tocar a la única hija de otro caballero sin permiso?
Minho no quería arriesgarse, por más atraído que estuviera.
Por eso, saliendo de la alcoba ajena y cruzándose en las escaleras con uno de los criados y cuando este le informó que había llegado una carta con urgencia para él, no dudó en salir de la cómoda residencia de los Wedking; dirigiéndose con prisa al despacho de uno de sus amigos más íntimos, más por intriga que por urgencia.
Porque sí, Minho no sólo estaba atraído por la belleza a la que sucumbía últimamente sin tanta objeción, la intriga y el enigma también resultaban dignos de resaltar.
Sujetó bien su caballo y sacudió sus prendas antes de entrar al hogar tras ser anunciado. Dentro de este, el respetado estratega Song se encontraba de pie en el arco que separaba una gran sala con una pequeña con muebles. Su sonrisa surcando por debajo del bigote.
-¡Minho, me alegra verte!- Lo recibió estrechándolo entre sus brazos como si de un padre con su hijo se tratase.- No pensé que fueras a venir tan deprisa.
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sky ;; Lee Minho
Fanfic"-Aunque no estemos juntos, solo me basta mirar el cielo para sentir tu cercanía."