Capítulo 62- El último

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Sabia qué era lo que tenía que hacer. Salir de casa, ir al instituto, seguir con mi vida de antes...
Era duro. Yo apenas había superado el trauma. Además no era tan fácil. Lo de que " todo iba a estar bien " no me ayudaba demasiado. Seguía sintiendo esa falta de dignidad, ese miedo, ese asco, esas caricias y agarres que no tenían consentimiento previo. Yo nunca le dije que si. Entonces, es un no. Un no claro.
- Sira. ¿Se puede?
- ¿Qué quieres?- mi padre entró cuidadosamente.
- Solo quería ver qué tal estabas.
- Como que qué tal estaba. Cómo voy a estar papá.
- Pues no sé hija igual si te expresaras un poco...
- Es que cuesta papá. Cuesta.- casi grité.- Perdón.
- Igual deberías hablar con alguien sobre lo que pasó. Dice tu madre que igual estaría bien que fueses  a un psicólogo.
- ¿Si? Pues de momento no sé ni qué siento yo como para explicárselo a un desconocido.
- Sira... cálmate. No es solo por esto si no por todo.
- No necesito daros pena.
- No nos la das. Solo queremos lo mejor para ti. Que seas feliz mi niña. - intentó acercarse. Yo me giré dándole la espalda.- A mi podrás darme la espalda Sira pero tienes que ordenar tus pensamientos y sanar.

" Sanar... Ojalá fuese tan fácil pedir ayuda. Ir al psicólogo me daría herramientas pero si yo no tengo el valor de sanar no podré hacer nada. No puedo tener miedo. Tengo que atreverme. Sanar lleva tiempo,  dedicación y tiempo; conlleva perder cosas y ganar otras; también, saber alejarse de aquellas personas que no te hacen bien, pero sobretodo, necesitas poner fe en tu recuperación."

- Sira.- exclamó mi padre.
- ¿Qué?- respondí yo en un susurro con las lágrimas ya resbalando por mi mejilla.
- Se que es muy duro para ti todo esto. Pero tienes que saber que estaremos para apoyarte en cada paso que des.
Mi padre por fin entendió que quería estar sola ya que se fue cerrando la puerta.
No sé cómo esperan que sea positiva, que siga adelante... La vida no ha dado más que darme de ostias. Encima, tan rápido. Ha pasado tan rápido...

Me quedé dormida. Últimamente dormía mucho y comía poco. Tampoco tenía ganas de nada.
Unos golpes en la puerta me despertaron.
- Ey.
- Papá te he dicho que quiero estar sola.- Sin embargo, no fue mi padre el que apareció. Fue Fez.- Joder.- Me recoloqué el pelo.
- Hola.-Saludó él.- ¿Cómo estas?
- ¿Qué haces aquí? Y mis padres, ¿No te han dicho nada?
- No.- añadió tranquilamente.- He venido a verte y me han dejado pasar. Están preocupados por ti. Es lo normal.

- Mi vida ahora mismo no es normal

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- Mi vida ahora mismo no es normal.
- Deja de decir gilipolleces Sira. Tu vida es normal. Como la de todos. Solo que cada uno tiene una vida diferente.
- Claro. También es que yo soy la más idiota de todos. Primero, me intentan violar. Segundo, me enamoro de un camello. Tercero, me violan. ¿Qué será lo siguiente?
Fezco se acercó. Yo me tapé con el edredón. Llevaba una camiseta grande como pijama pero no llevaba pantalones.
- No puedes culparte de todo lo que te pasa. Tampoco puedes llegar a tener el control sobre todo.
Eres una chica increíble que aún tiene mucha vida por delante. Aprovéchala.
- Para qué.- pregunté sin poder mirarle a los ojos.- Para que vuelva a suceder lo mismo o algo peor. No sé si quiero.
- Por dios, Sira. No digas eso.- me acarició la mejilla.- Se que nos hemos dado un tiempo.- me miró detenidamente lo que hizo que me pusiera aún más nerviosa.- Pero, quiero que sepas que estaré para ti cuando me necesites.
- Ya lo sé.- dije rápidamente para intentar que se fuera lo antes posible. Quería llorar. Últimamente solo tenía ganas de eso.
- Ey.- susurró él.- Mírame cariño.- Sonaba demasiado bien esa palabra en su boca. Empecé a llorar y me tapé la cara. Era bastante vergonzoso estar así de mal delante de él.- Tranquila. Estoy aquí.
Me sequé las lágrimas y le miré. Era guapísimo.
- ¿Estas mejor?
- Si. Gracias.
- También estás muy sexi.- Yo me sonrojé.
- Cállate.- exclamé.- Estoy hecha un cuadro.
- Pues me encantas.- se levantó y se puso enfrente de mi.- Me voy ya.- sonrió a la vez que me apartaba un mechón de pelo.- Retoma tu vida. Eres muy fuerte. Podrás con ello.
Hizo un amago de irse más de lo impedí.
- Espera.- él me observó con sus ojos azul agua.
- ¿Nos volveremos a ver?
- Claro. Somos más o menos del mismo barrio. Y este lugar, no es tan grande.- me guiñó un ojo y se acercó para darme un beso en la mejilla. Solo que yo lo desvíe y mis labios se juntaron son los suyos. Casualidad jeje.- Él último.- Advirtió.
- Él último.- Suspiré.

Fezco y tú ( Euphoria) 💔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora