💗: veinte

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—¿Yogurt de frutas o jugos?

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—¿Yogurt de frutas o jugos?

Ambos hermanos se lo pensaron un poco; tratando de que su elección fuese lo más sabia posible.

—¡Jugos! —canturrearon ambos, provocando una risita en la omega.

Era sábado por la mañana, y en ese día Hyuna había decidido hacer las compras en compañía de Hueningkai y Bahiyyih; la omega creía fervientemente de que aquellos pequeños demonios serían los esclavos perfectos para cargar con las bolsas de compras.

—Unnie, ¿Podemos llevar yogurt también?

Aunque claro, con ellos nada era gratis.

—Yogurt también —asintió la mayor, decidiendo llevar seis envases de la bebida—. ¿Qué sabores?

—¡Fresas y moras! —respondieron ambos.

—¡También quiero uno de manzana! —pidió Hueningkai con un pucherito.

—Bien, bien —asintió ella, colocando los yogurt de los sabores pedidos en la canasta de compras.

Siguieron revisando en cada tramo del supermercado; Hyuna se encargó de abastecer la canasta con todo tipo de alimentos, procurando que todos, o al menos la mayorí, fuesen saludables.

Luego de haberse vuelto cercana con los tiernos hermanos Choi la omega había tratado de cambiar sus hábitos alimenticios; todo tipo de embutidos ahora eran usados con moderación, quizá una vez por semana; también trataba de llevar un control con las frituras, ya que había descubierto que el pequeño Hueningkai tenía cierta debilidad por ellas. Soobin no representaba reto alguno, desde que comenzó a trabajar casi no comía en el departamento, y las pocas veces que lo hacía disfrutaba de los alimentos sanos que la pelinegra le proporcionaba.

Sonrió al recordar al pequeño omega; en poco tiempo sus mejillas habían recuperado el volumen y color rojizo, su cabello lucía sedoso y brillante mientras que sus ojos denotaban mucha felicidad. El cambio que había tenido era notorio, y ella realmente estaba feliz por ver al menor salir adelante por si mismo.

Un tirón a la tela de su camiseta le hizo que mirara hacia abajo, encontrándose con la tímida mirada del pequeño cachorro.

—¿Qué ocurre cariño? —preguntó con dulzura.

Hueningkai jugó con sus manitas. —Binnie hyung me dió dinero para que comprara una paleta de caramelo.

Ella sonrió y se agachó para poder quedar a su altura; los ojitos del menor brillaban felices, mientras que sus mejillas seguían rojitas por la timidez.

—¿Paleta de caramelo? —preguntó.

—Sí —asintió con su cabeza—. Son unas paletas bien grandes y deliciosas, hay de varios colores y Binnie hyung me dijo que cuando viniéramos al supermercado me daría dinero para poder comprar una.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora