💗: Setenta y cuatro

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SooBin se encontraba agotado

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SooBin se encontraba agotado.

En su corta vida, jamás imaginó lo cansado que sería tratar con un alfa en celo. YeonJun había pasado toda la noche encima de él, y por la madrugada que había despertado se le pegó como una garrapata, demandando mimos y atención.

Perdió la cuenta de todas las ocasiones en las que el mayor le hizo el amor; de lo único que es consciente es que el trasero le duele horrible y que duda mucho poder levantarse de la cama y caminar con normalidad.

Aunque no es como que se quejara; después de todo, él lo deseaba con la misma intensidad que el alfa le demostró en cada beso y caricia.

Llevó sus manos a la marca recién hecha que adornaba su cuello y una sonrisa amplia llena de dicha cubrió su rostro. En aquella pequeña acción el alfa le demostró lo mucho que le amaba, los deseos que tenía de vivir con él por el resto de sus días, y la fuerza de un amor que poco a poco se fue dando hasta llegar a un punto donde ninguno de los dos quiso o pudo controlarlo.

Ahora estaban unidos y eran uno solo, un lazo inquebrantable que les recordaría todos los días de sus vidas que habían tenido la dicha de encontrar a su otra mitad, la única capaz de complementarlos.

Rodó hacia la derecha en la enorme cama encontrándose con unos ojos pequeños y abiertos que le veían con pereza. SooBin sonrió con ternura, su alfa era todo un gatito mimoso por las mañanas.

—Hola —saludó con voz bajita, el mayor bostezó largamente—. ¿Cómo te sientes, hyung?

El alfa lo atrajo a un abrazo para poder tomar más de aquellos aromas que le habían acobijado durante la etapa difícil de su celo. SooBin se refugió en el pecho desnudo, donde dejó una serie de besos cortos y cariñosos.

—Estoy mucho mejor —respondió con voz ronca—. La incomodidad se ha ido y el dolor es soportable.

—Son buenas noticias —musitó el omega, él muy bien sabía lo catastrófico que era un celo.

El pelinegro lo separó de su cuerpo para que sus miradas conectaran; el rubiecito sintió como se ruborizaba al ver la profundidad con la que su pareja le veía.

—¿Te hice daño? —preguntó YeonJun, mientras una de sus manos iba a acariciar el pomposo trasero desnudo que el omega poseía.

El menor le sonrió con tranquilidad. —Podré soportarlo.

—¿Tan rudo fui? —YeonJun hizo una mueca.

<<Lobo tonto, nuestro omega aún es un cachorro>> regañó, sintiendo como el animal en su interior bajaba las orejitas arrepentido.

El rubiecito posó ambas manitas en el rostro del mayor. —No se preocupe por eso, hyung.

—Te lastimé, cachorro —YeonJun hizo un puchero, y SooBin juró escuchar el pequeño lloriqueo que el alfa dejó escapar.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora