💗: setenta y ocho

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El camino hacia la residencia de GeunSuk transcurrió en un profundo silencio, el alfa no había mencionado palabra alguna y SooBin lo agradecía; en aquellos momentos su mente era un completo desastre, y lo menos que quería era ser grosero con el ma...

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El camino hacia la residencia de GeunSuk transcurrió en un profundo silencio, el alfa no había mencionado palabra alguna y SooBin lo agradecía; en aquellos momentos su mente era un completo desastre, y lo menos que quería era ser grosero con el mayor que tan amablemente se había ofrecido a ayudarlo.

GeunSuk estacionó el auto frente a su casa, miró el reloj y descubrió que era tarde, apretó con algo de fuerza el volante en un intento pequeño de calmar las ansias que nacieron de él desde el primer momento que su mente registró lo que estaba sucediendo.

Pasaría toda la noche con SooBin, el tierno omega que le encantó desde el primer instante que lo miró.

—Llegamos —informó con tranquilidad, abriendo la puerta del auto y saliendo del mismo para correr a ayudar al deprimido omega.

SooBin salió en silencio, las mejillas permanecían rojas de tanto que las había frotado en un nulo intento para que más lágrimas no salieran. El lobo en su interior permanecía tranquilo, pero con una profunda tristeza al no tener a su alfa cerca.

El rubiecito no lo entendía, ¿Cómo su omega podía anhelarlo tanto cuando el alfa no los quería?

Ingresaron a la mansión y el menor no se molestó en ver a su alrededor; el alfa se encargó de encender cada una de las luces, a esas horas toda la servidumbre debería estar dormida y no se equivocó al comprobarlo cuando fue a la cocina por un vaso de agua.

Llenó un pichel de agua y lo colocó en una bandeja junto a dos pequeños vasos; caminó hacia la sala donde había dejado al menor, teniendo cuidado de no derramar nada. Cuando llegó lo encontró hecho bolita en el gran sillón, SooBin se notaba cansado y en demasía triste.

—SooBin —llamó, el rubiecito le miró con ojos apagados—. Ven, te mostraré la habitación en la que dormirás.

El omega asintió y con movimientos lentos se levantó del sofá para seguir al alfa a través de los amplios pasillos en completo silencio. Caminaron por algunos segundos y doblaron a la izquierda donde el peliblanco abrió la segunda puerta revelando una habitación limpia y acogedora.

—Entra —pidió con un movimiento de cabeza, SooBin obedeció sin emitir palabra alguna.

El menor miró a su alrededor, el cuarto era oscuro y con tonos simples que lucían elegantes, nada de lo que había ahí parecía gustarle. Sin embargo, era cómodo y era suficiente motivo para estar agradecido.

—¿Te parece bien? —preguntó el alfa, todavía recargado en la puerta de entrada mientras miraba con curiosidad a su invitado.

—Gracias por permitir que me quede, hyung —dijo SooBin, abrazándose a sí mismo.

—¿Necesitas algo más?

El omega lo pensó un poco. —¿Puedo tomar un baño?

—Por supuesto —el mayor ingresó a la habitación y abrió una de las puertas del fondo—. Aquí está el baño, hay toallas, shampoo, jabón y todo lo que necesites —informó—; también hay un pequeño armario que contiene pijamas nuevas, puedes tomar una para mayor comodidad.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora