💗 setenta y cinco

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Irene suspiró por tercera vez en el último par de minutos que llevaban dentro del auto que los llevaría de regreso a Seúl

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Irene suspiró por tercera vez en el último par de minutos que llevaban dentro del auto que los llevaría de regreso a Seúl.

—SeungHyun, deja de lloriquear —pidió con cansancio.

El alfa no había parado de soltar pequeños gimoteos heridos, y Irene sentía que su paciencia ya era casi nula.

—N-no entiendo como puedes estar tan tranquila —él de verdad estaba sollozando.

Irene rodó los ojos. —Por favor, querido; era algo inevitable y lo sabes.

—¡Pero no tenía que pasar tan pronto! —exclamó indignado—. Primero NamJoon, ahora SooBin —pataleó en su lugar—. Esos dos niños mataron mi corazón.

—Deja de comportarte como un niño al que le han quitado su juguete —frunció el ceño—. En lugar de lamentarte, deberías agradecer que ambos encontraron a sus destinados y que ahora serán felices.

El alfa hizo un puchero bastante marcado mientras se cruzaba de brazos. Irene en esos momentos se preguntaba si sería necesario ir pensando en algún asilo.

—Quería que conocieran más de la vida —dijo el mayor, su tono de voz se escuchaba más tranquilo—. Aún son jóvenes para tener un lazo de tal magnitud, sobretodo SooBin —suspiró—. Sin embargo, no se puede hacer nada ahora.

<<Solo matar a YeonJun, pero nunca me gustó la cárcel>> arrugó la nariz con aquel pensamiento.

La omega le tomó de las manos. —Aunque quizá tengas razón, la decisión fue tomada por ellos y nosotros como padres nos queda apoyar y respetar.

—Y decir luego “te lo dije” —agrega el mayor.

Irenw soltó una pequeña risa, negando con la cabeza. Los dos decidieron no volver a tocar el tema; concentrándose cada quien en sus propios asuntos. La omega pensando en la nueva línea de diseños en la que quería trabajar.

Y SeungHyun... bueno, él seguía pensando en que su pequeño había quedado solo y encerrado con un alfa que aún estaba en celo.

—Tu aroma me está mareando —se quejó la omega.

—¿Estás segura que todos nos vinimos? —carraspeó para volver a preguntar—. Es decir, ¿Solo SooBin y el viejo Choi quedaron en el yate?

La menor alzó una ceja. —Efectivamente, solo ellos quedaron.

—Lobo pulgoso —refunfuñó el alfa por lo bajo—. ¿Por qué dejarlos solos?

Irene rogó por tener más paciencia. —Porque son pareja; querían estar solos y sin molestas interrupciones.

—Algo me dice que eso lo has dicho por mí —murmuró SeungHyun, estrechando la mirada.

La omega le revolvió los cabellos, provocando que el alfa frunciera el ceño.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora