💗: cincuenta

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—¡Odi! ¡Odi!

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—¡Odi! ¡Odi!

Todos los trabajadores veían con curiosidad a un agitado rubiecito correr tras una bola de pelos marrón.

SooBin estaba cansado; nunca imaginó que el cachorro fuese tan escurridizo y justo ahora lamentaba el haberlo llevado. Se detuvo cuando supo que ya no soportaría más y respiró tembloroso, era muy agotador correr por los largos pasillos tras un pequeñín que parecía nunca cansarse.

Lo único bueno era que YeonJun lo había tomado bien, no quería ni imaginar lo que hubiese pasado de haber ocurrido lo contrario; aunque, por supuesto sabe que el alfa sí se molestó, solo que no pudo o no quiso demostrarlo. El omega se extrañó ante tal comportamiento ya que está completamente seguro de que si la situación le hubiese afectado, él sí hubiese explotado contra el mayor.

Los ladridos del pequeño can le sacaron de su ensoñación; el rubio ajustó su overol y tomando una profunda inspiración se echó a correr por todas las instalaciones.

"¡Perdón!"

"¡Déjeme pasar!"

"¡Lo siento!"

"¡Sáquese! ¡Chu! ¡Chu!"

El torbellino amarillo corrió con mucha fuerza ignorando las risas y groserías que sus víctimas habían dejado en su camino. Sus ojos ubicaron al cachorro cerca de la sala de vestuarios y su paso aceleró.

SooBin sabía que era torpe; el piso siempre fue uno de sus grandes amores ya que no podía vivir sin él por más de un día, y lo volvió a comprobar justo en ese momento donde cayó de culo en un golpe seco.

El omega no esperaba que estuviese formado de algodón, pero una alfombra para que amortiguara su caída no iría mal. Chasqueó la lengua, la empresa de su alfa tenía varias carencias.

Un jadeo de dolor que no pertenecía a él le dejó con los movimientos paralizados, su mirada llena de terror buscó a la otra persona que sabía había atropellado y casi gritó cuando se encontró con otro chico que le veía igual de impresionado.

SooBin se levantó rápidamente, arrepintiéndose cuando un dolor punzante atravesó a su columna vertebral hasta aterrizar en su trasero, ignoró aquella molestia y con velocidad ofreció su ayuda al desconocido que había sido víctima de su torpeza.

—Permítame ayudarle —pidió, sonriendo con vergüenza cuando el contrario tomó su mano.

—¿Tienes algún complejo de McQueen?

SooBin se le quedó viendo. —¿Disculpa?

—Disculpas aceptadas —sonrió el chico, su mirada curiosa corriendo a gran velocidad a través del rubiecito—. Tú debes ser el famoso SooBin.

—¿Me conoce? —preguntó sorprendido, olvidándose por completo de su misión inicial.

El chico rió con aparente diversión. —Todos en la empresa lo hacen, ¿Quién no conocería al omega del alfa Choi?

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora