💗: veintidós

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El corazoncito de Soobin latía enloquecido; sentía el ardor quemante de su timidez cubrir cada centímetro de su rostro dando como resultado una carita completamente enrojecida; mientras que, a tan solo un par de centímetros estaba el rostro tranqu...

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El corazoncito de Soobin latía enloquecido; sentía el ardor quemante de su timidez cubrir cada centímetro de su rostro dando como resultado una carita completamente enrojecida; mientras que, a tan solo un par de centímetros estaba el rostro tranquilo del alfa que no dejaba de mirarlo.

Yeonjun observaba gustoso la expresión apenada en el pequeño rubiecito que tenía entre sus brazos; sus ojos detallaban a profundidad aquellos orbes azules y rebosantes de inocencia que rehuían su mirada; mientras que su lobo se aprovechaba para robar la mayor cantidad posible de aquellos aromas tan exquisitos que le habían gustado más de lo que quisiera admitir.

Movió un poco su rostro, encontrando encantador el tenue roce de sus narices; con la proximidad que tenían, Yeonjun era capaz de sentir el alocado corazón del omega retumbando en su pecho, sonriendo un poco al saber que él era el causante de todo aquello.

Sus manos picaban por acariciarlo; las mejillas gorditas y tiernas le llamaban a cada segundo, pidiendo de su tacto y sus caricias. Sin embargo, había algo que seguía manteniendo cautivo al alfa; y quizá seguiría así por un buen rato.

—Tienes unos ojos hermosos —supo que sus pensamientos habían sido exteriorizados cuando el rubor del omega aumentó.

El mayor maldijo a su lobo con complejos de Romeo.

Soobin parpadeó confuso. —¿Gracias? —dudó, negando con la cabeza y provocando más roce con el alfa bajo suyo—. ¿Podría soltarme?

—No —el pelinegro afianzó el agarre en la pequeña cintura.

Su mente seguía maldiciendo al lobo Romeo.

—Suélteme —gruñó Soobin, el toque del anciano le ponía nervioso y su lobito empezaba a agitarse.

Alfa.

Omega.

Ambos se separaron como si el cuerpo del otro quemara; Soobin salió disparado hacia algún lado del salón, mientras que Yeonjun se ponía rápidamente de pie. Los dos con los corazones acelerados y negándose a admitir lo que había ocurrido.

Lo que habían sentido.

El rubiecito sacudió el polvo inexistente en sus ropas; sintiéndose bastante avergonzado como para mirar a su mayor.

—Gracias por ayudarme —murmuró quedito, encontrando más entretenido jugar con sus zapatos que ver al más alto.

Yeonjun se cruzó de brazos. —No vuelvas a hacer eso —el menor le miró—; corriste peligro ahí arriba, deja esas ocupaciones a personas que ya las han hecho antes y que saben lo que hacen.

El omega le miró de manera profunda; aquel sentimiento cálido y de duda forjándose en su pecho, ante las palabras que había escuchado del pelinegro.

—¿Se preocupó por mí?

La pregunta sorprendió a ambos.

El mayor carraspeó. —Por supuesto que lo hice —admitió, y Soobin casi sonrió—. ¿Te imaginas el escándalo que hubiese ocurrido si mueres en mi casa? ¡Catastrófico para mí imagen!

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora