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Había un grupo completo de personas que decían estar a su disposición; el pequeño omega se encontraba en una de las tantas habitaciones de la mansión Choi, siendo preparado de manera minuciosa para el gran evento que se llevaría a cabo esa misma n...

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Había un grupo completo de personas que decían estar a su disposición; el pequeño omega se encontraba en una de las tantas habitaciones de la mansión Choi, siendo preparado de manera minuciosa para el gran evento que se llevaría a cabo esa misma noche.

La gran fiesta de inauguración.

El rubiecito observaba con auténtica curiosidad la gran variedad de cosméticos y maquillajes que estaban en una mesa ubicada a su costado derecho; no podía tocar nada, ya que sus manos estaban siendo víctimas de dos chicas, las cuales se encargaban de cortar y limar sus uñas para posteriormente aplicar un poco de brillo.

Lo mismo sucedía con sus pies; otras dos mujeres se encargaban de cuidar de ellos, mientras sentía a una más haciendo quien sabe qué en su cabello.

Se sentía frustrado porque no tenía ningún espejo que le informara todo lo que estaban haciendo con él; tanto movimiento lo estaba mareando y le hacía sentir un poco de miedo al no saber con exactitud qué resultado tendría.

¿Y si quedaba como un payaso? SooBin no quería ni imaginarlo.

-Estás muy tenso, pequeño -se sobresaltó ante la voz cerca de su oído-. Relájate un poco.

—N-no es intencional —murmuró, le incomodaba estar tan quieto.

Escuchó suaves risas a su alrededor, provocando que un sonrojo se instalara en sus mejillas.

—Tranquilo, ya casi terminamos.

—¿Y podré verme? -preguntó con esperanza.

—Y podrás verte —confirmó la omega.

A los pocos minutos una de las tantas chicas se puso frente a él, cargaba una paleta que contenía varios tonos en celeste y plateado, con más de una docena de pinceles.

—Cierra los ojos, por favor —pidió ella.

SooBin estrechó la mirada. —¿También me privarán de eso?

¡Y era verdad! Le habían quitado la movilidad de manos, pies y cuello; lo único que le faltaba era que no pudiera ver a su alrededor.

Se sentía indefenso y hasta cierto punto irritado.

—Necesito maquillar tu rostro —la chica le sonrió de manera tranquila—. Te prometo que no tardará mucho.

—Puedes confiar en nosotros -habló una de las encargadas de cuidar sus pies—. Lo único que queremos es que te veas precioso.

—Solo cierra los ojos y relájate —pidió la que estaba a cargo de su cabello.

Sabiendo que no tenía mucho por hacer, el rubiecito decidió obedecer. Cerró los ojos y se permitió relajarse; a los pocos segundos sintió un par de suaves y cálidas manos masajear su rostro con sumo cuidado, mientras sentía un líquido con aroma a lavanda invadir sus fosas nasales.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora