💗: treinta y cuatro

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Muchas fueron las horas en las que pasaron sumergidos trabajando en el jardín; estaban seguros de que podrían continuar, más el dolor que empezaba a entumecer cada porción de sus cuerpos les dijo que había llegado el momento de parar

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Muchas fueron las horas en las que pasaron sumergidos trabajando en el jardín; estaban seguros de que podrían continuar, más el dolor que empezaba a entumecer cada porción de sus cuerpos les dijo que había llegado el momento de parar.

YeonJun limpió el sudor de su frente y miró a SooBin. El pequeño omega estaba muy sonrojado debido al esfuerzo, y sus ropas y cabellos eran un completo desastre; el alfa hizo una mueca cuando observó las manos del menor llenas de lodo y maltratadas por el excesivo trabajo que habían hecho. Ambos sabían que se habían excedido, pero los resultados valían absolutamente la pena.

El jardín lucía hermoso, provocando que ambos sonrieran con orgullo.

—Ya solo es colocar los adornos —comentó SooBin, sus ojitos brillando en satisfacción.

El alfa hizo un sonido afirmativo. —Será otro día, ahora urge un baño.

El omega miró su estado y estuvo de acuerdo; por el sol que ofrecía la tarde supuso que su horario de salida estaría cerca, así que decidió que sería buena idea arriesgarse.

—¿Podría salir unos minutos antes? —preguntó de manera tímida, ganándose la atención inmediata del pelinegro.

—¿Hay algún problema, SooBin —interrogó el alfa.

El rubiecito apuntó su cuerpo. —Necesito un baño.

—Puedes tomarlo aquí —ofreció YeonJun —. No puedes salir a la calle en ese estado.

El omega hizo una mueca. —No quisiera provocar molestias.

—No lo será —el alfa le tomó de la mano y lo instó a caminar con él—. La casa es muy grande y hay varios baños que puedes usar.

SooBin no respondió y decidió caminar en silencio hasta el interior de la mansión. Las luces del lugar se iban encendiendo a medida que los pasos del pelinegro avanzaban, provocando simultáneos jadeos de sorpresa en el rubiecito.

El mayor reprimió una sonrisa y guió al menor hacia el segundo piso; abrió la segunda puerta del pasillo principal y miró al omega.

—Puedes tomar un baño en esta habitación —informó.

SooBin asintió y con un poco de inseguridad ingresó a la lujosa habitación, la cual por su aspecto deducía que tenía tiempo sin ser ocupada.

Luego recordó que el alfa vivía solo y dejó de darle tantas vueltas al asunto.

Antes de que agradeciera, YeonJun habló.

—Tienes que poner a lavar esa ropa —SooBin amplió los ojos, el alfa asintió—. Si no lo haces de nada serviría el baño.

—Pero, no tengo ropa para usar mientras lavo esta —expresó con preocupación.

—Yo te prestaré, no te preocupes.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora