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Había solo una cosa la cual Soobin pedía con todas sus fuerzas, y esa era que fuera aceptado en su próximo trabajo

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Había solo una cosa la cual Soobin pedía con todas sus fuerzas, y esa era que fuera aceptado en su próximo trabajo.

Se había levantado temprano; la alarma que dejó la noche anterior fue de suma utilidad, eso y los gritos de sus hermanos para que se levantara y estuviera a tiempo para la entrevista.

Hyuna se había ofrecido a ayudarle a escoger su atuendo; según la omega, una buena presentación era la clave del éxito y Soobin quería tener éxito, es por eso que a pesar de no estar tan seguro acerca de las ideas de moda que la mayor tenía, aceptó que le ayudase con su más difícil tarea.

El pequeño rubiecito debe admitir que los resultados le gustaron. La mayor había escogido una camisa de un tono rosado pálido con unos pantalones de tela negros; como él no tenía zapatos formales, la omega compró un par, alegando que si no era de aquella manera todo el conjunto se echaría a perder. Aunque SooBin sabe que la insistencia de la omega era porque él se había mostrado reacio en un principio a aceptar unos zapatos tan bonitos y sobre todo tan caros.

Había agradecido el bonito gesto, teniendo muy presente devolver el favor algún día. Ahora, por fin había llegado a la dirección de la casa que portaba aquel llamativo cartel, y un revoltijo en su estómago le hizo fruncir el ceño.

La casa quedaba en el mismo residencial que la mansión del señor Choi.

¿Sería alguien conocido? Soobin esperaba que no, aún no podía superar del todo la vergüenza que vivió en la empresa del anciano, y lo menos que quería era tener roces con personas de aquel tipo.

Tan superficiales y carentes de amor.

La seguridad con la que había llegado poco a poco se iba desvaneciendo; de pronto, en su mente se empezó a formar la idea de un trabajo donde le trataban mal por ser un mocoso sin educación, haciendo que el miedo provocara leves temblores en su pequeño cuerpo.

Sin embargo, el recuerdo de la radiante sonrisa de sus pequeños hermanos le brindaron aquella fortaleza de hierro que había adquirido en tan poco tiempo; recordándose una vez más que no habría nada ni nadie que le impidiera el tener éxito y por fin respirar y dormir tranquilo al saber que tendría un sustento sólido.

—¡Tú puedes! —exclamó para sí mismo, con la fuerte convicción de que estaba preparado para lo que viniera.

Observó la elegante casa de tonos marrones y blancos, con grandes cristaleras y un camino de piedra bien elaborado; el pequeño omega pensó que la casa del señor Choi sería la más lujosa que vería en su vida; pero al ver aquel monumento supo que se había equivocado. Y por primera vez le pareció gracioso el hecho de que una casa tan bonita y tan lujosa tuviera pegada un letrero con letra descuidada y borrosa.

Asintió convencido, ya que si el dueño de la mansión había decidido recurrir a aquel tipo de métodos para buscar trabajo significaba que se trataba de una persona humilde, sin ningún tipo de complejo referente a clases sociales.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora