💗: setenta y uno

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Despertó gracias a los pequeños besos que estaba recibiendo por todo su rostro, el calor reconfortante de unas piernas desnudas abrazadas a las suyas le hicieron suspirar, y la pequeña risita tierna que sus oídos captaron fue la responsable de que...

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Despertó gracias a los pequeños besos que estaba recibiendo por todo su rostro, el calor reconfortante de unas piernas desnudas abrazadas a las suyas le hicieron suspirar, y la pequeña risita tierna que sus oídos captaron fue la responsable de que su corazón se acelere.

—Hyung, sé que estás despierto —acusó SooBin, dando más besitos, esta vez en el pálido pecho.

YeonJun no abrió los ojos, en su lugar lanzó el brazo alrededor de su omega para capturarlo en un potente agarre. SooBin chilló con sorpresa al sentir el gran cuerpo pesado caer sobre el suyo.

—Hyung...

—Hyung no está, hyung sigue durmiendo —balbuceó YeonJun, ronroneando bajo.

—YeonJun, me estás aplastando —se quejó, removiéndose inquieto entre las sábanas.

El mayor formó una sonrisa lobuna. —Anoche querías que te aplastara contra el colchón.

—¡YeonJun hyung! —se escandalizó con un sonrojo furioso en sus facciones.

—YeonJun hyung está durmiendo —fingió roncar.

SooBin hizo un puchero que quedó enterrado bajo el cuerpo del mayor; se quedó en silencio y a medida que el tiempo pasaba, una pequeña sonrisa se iba formando en sus labios.

La noche anterior se había entregado por completo al hombre que amaba, YeonJun lo tocó y amó con gran fuerza provocando que su primera vez fuese mejor de todo lo que pudo haber imaginado. Solo entonces, SooBin descubrió que aún podía enamorarse más del mayor, convirtiendo su amor en algo fuera de límites.

Soltó una risita más que provocó cosquillas en la piel desnuda del alfa.

—Tenemos que levantarnos, YeonJun —le recordó.

—Ño —fue la respuesta infantil que obtuvo.

Todo parecía indicar que el pelinegro deseaba permanecer dormido por el resto del día y eso era algo que SooBin no pensaba permitirse. Miró de reojo el reloj en la mesita de al lado y descubrió que eran las ocho de la mañana, ya habían dormido bastante.

—YeonJun, falta poco para que mis hermanos vengan —advirtió—. Tenemos que alistarnos.

El alfa hizo caso omiso a las palabras del rubiecito, él estaba muy cómodo ahí envuelto entre las sábanas y con el cuerpo desnudo de su pareja contra el suyo; no quería que aquello acabara, y pensaba prolongarlo lo más que pudiera.

Hasta que...

—¡SOOBIN HYUNG! ¡SEÑOR BONITO!

¡Zas! El grito estridente de HueningKai alertó a la pareja, provocando que YeonJun cayera de culo al suelo en un enredo completo de sábanas.

El rubiecito no lo soportó más y empezó a reír a carcajadas mientras veía la lucha del mayor para librarse de las telas y ponerse de pie, lográndolo después de muchas patadas al aire y miles de maldiciones.

Quiéreme Bonito | YeonbinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora