Trato Maldito

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Mis ojos pesaban bastante, me sentía, como si hubiese dormido durante muchas horas continuas.

Mi cuerpo dolía y lo sentía sumamente pesado también; si no lo estuviera comprobando creería que estoy atada de brazos y piernas.

Mi inseguridad era evidente, desconfiaba del lugar en donde estaba, y no pude asimilar bien lo que había ocurrido.

Se me hacía borrosa la memoria al tratar de recordar.
Cuando me puse de pié, obvio, con mucha dificultad, pude reconocer más o menos en dónde me encontraba.

Esta era la habitación subterránea que quedaba en la oficina del jefe; por lo que puedo ver, me había hecho un espacio en la cama polvorienta.

Las luces, aunque algo tenue, no titilaban constantemente como en aquella anterior ocasión, incluso, podría decirse que ahora, no se veía tan sucio y espeluznante como antes.

- Maldito desgraciado...

En el fondo, sentí cómo alguien entraba y se acercaba neutro hacia mi. Sabía perfectamente quién era, no necesitaba hacer el mínimo esfuerzo; así que, me senté nuevamente en la cama.

- Algo que admiro de ti es tu tenacidad —el hombre, con un semblante serio, me dirigió la palabra, aunque de una manera bastante formal, su tono era imponente— Desde el primer día te has tomado este trabajo como si fuera un juego de niños, aunque debo admitir que has madurado bastante.
Oía en silencio sus palabras.

- Que defendieras al último guardia no era parte del plan, me han pasado el reporte de lo sucedido, y la verdad, no quedé muy satisfecho.

- Eres una persona sumamente sínica —contesté enojada— ¿Qué consigues deshaciéndose de los guardias de esa manera? Lo único que deseas es cobrar su seguro de vida...

- Dejarlos como desaparecidos me beneficia, al yo ser el único que conozca de su paradero es una exclusividad que no cualquiera obtiene —agarra un banco casi roto— Todo lo que he ganado es gracias a eso. Ya hemos tenido esta charla en variadas ocasiones, no tienes por qué reprocharme lo que debo o no hacer.

Sus ojos, que permanecían en su semblante neutro, cambiaron a unos perforantes, emanando enojo profundo.

Yo, sabía perfectamente que lo que había hecho no estuvo bien, pero, nunca supe el cómo se ejecutaba realmente todo este trabajo.

Empecé a sentir náuseas cuando por fin recordé la escena en el que trataron de separarlo por partes a mi compañero estando vivo.

Sentía asco por mí misma, por haber accedido a todo esto, por haberme salido de mi propia filosofía y perder mi moralidad, a cambio de mi propio bienestar.

Sólo fui un guardia que logró burlar este sistema corrupto, y por mí silencio, me he visto sometida a actuar de esta manera.
Aunque pienso, que no es una muy buen justificante de mi parte.

- Espero que esto la haga concientizar señorita T/A (tu apellido); la mala ejecución de este último encuentro puede venirme mal a mí, y a usted. Hubiese sido bueno, que te hubieras tomado todo esto de forma seria desde su principio, pero como siempre he repetido, el hubiera nunca existió —el hombre extendió su mano, haciendo un pequeño ademán para que me ponga de pié. Accedí desconfiada y lo miré a los ojos.

Su cara cambió a una más serena, mientras empezaba a acariciar mi cabello— De todas formas, mi propuesta sigue abierta para ti, ha sido mucho lo que he esperado para que "esto", si se da, no se viera tan extraño entre las personas. Usted decide —ante esto, me dio la espalda y caminó hacia el ascensor hacia su oficina, yo sólo lo seguí.

Salimos de ahí, sin cruzar miradas o palabras, fue una despedida fría e incómoda para mí.

Me abracé yo misma y empecé a brindarme algo de calor. Por alguna razón, sentía en mi consciencia un peso imposible de aliviar.

El Empleo De Mi Vida - FNAF X Tú  (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora