Encuentro Pacífico

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Caminaba por los alrededores del parque que solía frecuentar ya que estaba cercano a mi casa. Me gustaba venir aquí porque me relajaba bastante cuando me encontraba estresada.

Mientras caminaba por los alrededores, observé a la señora que solía vender helado ahí. Ella toda su vida se dedicó completamente a ese negocio y aún así ha podido sostener a su familiar.

Para ser una mujer de 45 años, no se veía tan demacrada como cualquier persona que se dedicara a un trabajo tan acarreado como ese.

Mientras paseaba, me le quedé mirando curiosa, observando cada uno de sus movimientos, desde la forma en que mueve sus labios hasta el cómo entrega su mercancía (helado) a su clientela.

Estaba yo pasando un buen rato, y sentí ese impulso de socializar y ser amable con ella. Es como esa extraña necesidad de hablar con la gente cuando normalmente no lo haces.

Y además, ella siempre me ha visto por estos lados, así que tal vez me reconoce, aunque sea un poco.

Caminé tranquilamente hacia ella, levantando mi mano con carisma y mostrándole una linda sonrisa.

- Hola, buenas tardes —me dirigí hacia la mujer con suma gentileza. La mujer se me volteó a mirar muy enérgicamente, destellando sus dientes, que se veían un poco descuidados, pero igualmente me parecía una muy bella sonrisa.

- ¡Oh! Eres la nena de pelo grisáceo oscuro que disocia por todo el parque —mi cara cambió repentinamente por esa frase.

¿Que yo qué?

Sus ojos rasgados mostraban una línea diagonal ascendente casi perfecta mientras hablaba.
Yo mostré una sonrisa nerviosa y sólo asentí.

- Eh, sí... Soy esa chica. Me gustaría que me vendiera un helado de (tu gusto), por favor —mis ganas de socializar se había ido a la deriva, sólo quería mi helado e irme.

La señora asintió y empezó a analizarme con la mirada. Me encontraba tan incómoda que mi cuerpo se tensó un poco. Soy una persona muy sensible a las miradas intensas porque me ponen muy nerviosa.

Sus hermosos ojos achinados me observaron todo momento mientras realizaba su labor. Hasta que por fin entregó el santo helado.

- Tome jovencita.

Yo nerviosa, lo recibí, pagándole de inmediato. Asentí como signo de gratitud y me giré para irme.

- ¡Vuelve pronto nena despistada! —gritó la doña a mis espaldas.

Yo le sonreí y salí a caminata rápida de ahí.

Es obvio que nunca volveré.

Mientras disfrutaba de mi helado, me percaté de que el lugar estaba algo más concurrido de lo habitual, esto llamó mucho mi atención, ya que no era normal que este parque se encuentre lleno.

Llegué a una banca y me senté a comer de mi helado, mientras observaba el lago que estaba frente a mí.

Lamía con gusto este, cerrando mis ojos mientras mis paladares se endulzan con el delicioso sabor de este postre.

No pasó mucho tiempo para que unas aves aparecieran al rededor mío.

Me parecieron muy lindas, así que empecé a darles al menos un poco de mi helado.

Las aves probaron y se fueron acumulando aún más.

Algo no me estaba cuadrando.

Habían cada vez más y más aves alrededor mío.

Una me picoteó el pie derecho porque no le había dado.

Otra me empezó a picotear la muñeca izquierda.

El Empleo De Mi Vida - FNAF X Tú  (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora