Capítulo 1

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Habían pasado ya cinco meses desde que Tobias había sido contratado en el Hotel Alec, un hotel gigantesco y considerado el más elegante y prestigioso de Irlanda. Inicialmente fue contratado como Asistente de Limpieza, pero la realidad era que él hacía de todo en el hotel y lo hacía por gusto, pues el personal no les hacía falta ni necesidad. Nadie le había ordenado que se encargara de todo a la vez, nació de él casi con naturalidad. Era una de las razones por las que era uno de los empleados favoritos de los jefes.

Se suponía que sería un empleo temporal pero el sueldo era tan bueno y la diversión que encontraba en su trabajo era tan enorme que no quería que su contrato se acabara, aunque tampoco le habían hecho mención de cuánto tiempo duraría ya que habían estado renovándole el contrato cada dos meses.

Lo que más disfrutaba de su empleo era la manera en la que los huéspedes parecían divertirse a su lado, especialmente cuando más de seis veces al mes se celebraban fiestas de cumpleaños dentro una de las salas más grandes, porque habitualmente era requerida la asistencia de más empleados para poder atender correctamente a los convidados de la celebración y hasta la fecha, no había asistido a ninguna celebración donde no se le hubiera ofrecido pastel.

Claro que extrañaba a su madre y a su vida en Inglaterra, a su amigo Lucas y otras personas, cuestiones y cosas que encerrado en ese hotel y viviendo en Irlanda no encontraba porque nada de lo que dicho país y dicha nueva vida le ofrecían se comparaba con su natal Inglaterra y su vida de siempre, la de antes de ese entonces. Nada como el hogar, ¿no era así?

Al principio solía llamar a su madre a diario para quejarse de lo pesado que era el trabajo de asear durante doce horas seguidas y de lo pobre que era la paga, pero poco a poco comenzó a hacerse querer entre sus jefes y el personal del hotel. Incluso lo hizo con los huéspedes, y esto le ayudó a obtener no solamente un mejor salario, sino también otros beneficios, como invitaciones a cenas exclusivas, bares exclusivos en donde evitaba a toda costa el alcohol, reuniones y fiestas exclusivas, entre otras cosas que no todos sus compañeros de trabajo podían disfrutar pero él sí, como recompensa a su hospitalidad y voluntad de ayudar en factores diferentes a los que le correspondían.

Y es que era un chico extremadamente amable, servicial y además de todo, ingenioso, ocurrente y de buen humor. Si esa no era la razón detrás de todo, entonces quizá simplemente era algo así como un imán de personas porque se hacía querer por todo aquel que lo conociera.

Tenía su grupo de amistades como cualquier persona; tenía a Wendy, de veintinueve años de edad, cuerpo tosco, piel olivácea, ojos enormes y marrones, cabello rizado y una personalidad agradable a simple vista. También estaba Charlie, un hombre de treinta y un años con alma de niño, cabello corto y rubio, ojos color avellana y pecas en la cara. Luego estaba Nuria, de veintiocho años de edad, actitud rebelde, cabello que constantemente pintaba de colores variados, piel clara, ojos marrones y nacionalidad mexicana. Finalmente estaba John, de veintisiete años de edad, cabello negro y ondulado, estatura media y complexión delgada.

Y sí, el grupo de amigos de Tobias constaba de personas cuyas edades estaban cerca de la suya. No es que él las escogiera así, simplemente fueron relacionándose poco a poco hasta que finalmente su amistad sucedió. Sin embargo, muchas otras de sus amistades dentro del hotel eran mayores o menores que él y tampoco tenía problema con ello.

Esa tarde Wendy y él se encontraban aseando uno de los pasillos del hotel. Ella limpiaba de la pared los restos de la papilla de zanahoria procesada que una niña berrinchuda había lanzado hace diez minutos, mientras él barría el brillante y elegante suelo con una escoba no del todo bien cuidada. No habían dicho mucho durante un buen rato y a su alrededor solamente había sido audible el sonido de la escoba contra el blanco azulejo del suelo y el de la franela tallando la pared con tosquedad.

El Hotel AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora