Capítulo 25

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Tobias no apareció en esa maldita habitación el resto del día y tampoco al día siguiente. De hecho, estuvo llorando en silencio dentro de su propia habitación la mayor parte de la noche. Y cuando William tuvo que abandonar su suite presidencial, fueron otros empleados los que se encargaron de ayudarlo a bajar sus maletas y organizar el resto de los asuntos que debía organizar. Su gerente incluso le ofreció a Tobias que se hiciera cargo de la habitación y arreglarla para el siguiente huésped en ocuparla. Pero él se negó.

Prefirió seguir trabajando de la misma manera que había hecho antes de la llegada del presidente al hotel. Así que cuando sus compañeros volvieron a verlo barriendo los pasillos y limpiando la suciedad de las paredes, se burlaron de él. Algunos disimuladamente y otros no tanto. Lo llamaron "Cenicienta" ya que al igual que ella, volvió a la normalidad a las doce. Solo que ella volvió a la normalidad a las doce de la noche y él a las doce del día, hora en que el presidente partiría... O eso creyeron sus compañeros porque la realidad era que él había decidido "volver a la normalidad" mucho antes. De cualquier forma, no serviría de nada intentar aclarar nada, ya que las burlas y comentarios se los había ganado desde que Ellington lo había reclamado como único empleado en servirle... Y esto llegó a molestarle al punto de maldecirlo una y otra vez hasta que su cerebro se agotaba de hacerlo.

Lo maldecía porque, por su culpa, sus compañeros lo criticaban, ofendían y se burlaban de él. Por su culpa había celos y envidias laborales contra él. Lo maldecía por los abusos que cometió en él y por haberlo hecho sentir miserable en más de una ocasión. Lo maldecía por haberlo hecho llorar y también por haberlo hecho sonreír e imaginar que no todo era tan malo como él y el resto se imaginaban; por hacerlo sentir cosquillas en el estómago y portarse de maravilla con él luego de comprender el mal que le hacía cuando se comportaba como el miserable que era de nacimiento. Incluso llegó a defenderlo mentalmente de todo lo que se decía sobre él. Lo maldecía por tener un hijo y una mujer que, si bien eran algo así como actores contratados en su vida, William tampoco parecía estar del todo en contra ya que de estarlo realmente, no hubiera permitido que las cosas llegaran a tanto. ¿Es que acaso no se daba cuenta de lo imbécil que se veía dejándose manipular por el tal Carson y su equipo cuando se sentía el ser más importante del planeta?

Lo maldecía por muchas cosas, tantas que seguramente le faltarían dedos para poder enumerarlas. Pero la razón principal para maldecirlo era el haberle provocado más de un sentimiento y haber hecho que se aficionara a él, a propósito o tal vez no, al punto de no saber cómo continuar su vida ahora que se iba y que le había dejado tantos problemas en el trabajo, con sus compañeros. Se sentía vacío, superficial y hasta cierto punto sentía que sin ese presidente lunático, ya nada volvería a ser lo mismo.

Definitivamente tenía que volver a su país, a casa, con su madre. Sin importar que Lucas, su buen amigo, se ofendiera y lo llamara malagradecido por no haber terminado el tiempo acordado en el trabajo que él le había conseguido. Ya encontraría otro trabajo en su país... O tal vez no. De cualquier forma, no estaba pensando en eso sino en su necesidad de volver a su hogar y alejarse de todas esas personas, de Irlanda y por lo tanto, también del presidente que la manejaba. No había posibilidad de que Ellington lo buscara una vez que cruzara la puerta de salida del Hotel Alec. Pero habría aún menos posibilidad de que lo buscara si volvía a Inglaterra, un país en el cual el presidente de Irlanda no tenía razón para pisar y tampoco para preceptuar.

El pensar en Irlanda, en el Hotel Alec, en la vida que tuvo ahí temporalmente, solamente unos pocos meses de hecho, en su presidente... hacía que el cuerpo le doliera o tal vez no era el cuerpo sino algo más: el alma tal vez. Y no solo eso. Le dolía la mente, los recuerdos. Cuando pensaba en todo ello, un escalofrío recorría su soma entera. No sabía cuál era la verdadera razón de su ¿trauma? porque Ellington no fue el culpable. No de esa manera.

El Hotel AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora