Capítulo 17

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El tono de llamada de su celular lo despertó. No tenía ganas de levantarse y responder, pero aún así tomó las fuerzas necesarias para incorporarse, levantarse de la cama y buscar el dispositivo. Al encontrarlo vio que se trataba de Wendy. Tomó aire dolorosamente, preparándose mentalmente, y finalmente deslizó el botón verde para responder.

—¿Hola? —le tembló la voz.

Tobias, ¿qué demonios le hiciste a "Su Majestad"? —no sonaba para nada a un reclamo, más bien estaba divertida.

—¿Qué le hice? —sorbió silenciosamente por la nariz y luego se pasó el dorso de la mano por ella—. ¿A qué te refieres?

Ella bufó.

Ese gilipollas ya provocó el despido de dos empleados más y se la ha pasado por los pasillos gruñendo como la bestia que es, amenazando con tomar de la misma forma a cualquiera que se le cruce en el camino y mordiendo como perro con rabia a cualquiera que se le acerca...

—¿Qué? ¿Dijiste "mordiendo"?

Maldito ridículo.

Bien, tal vez estoy exagerando las cosas... Pero prácticamente sí ha estado amenazando a todo el mundo.

Tobias no habló.

Llamó a alguien, creo que lo mencionó "Horak", y le dijo algo como "Juro que lo mataré" pero luego creo haber escuchado "Haré que ella desaparezca"...

—Oh...

¿Resulta que no eres totalmente gay y te encontró con una mujer o algo por el estilo, Tobias? Dios mío, ¿Fuiste capaz de...?

—¡No! —se apresuró a interrumpirle—. Definitivamente no es eso.

¿Entonces qué fue lo que lo puso así?

Pensó antes de decidir si era buena idea responder a esa pregunta o no. Y conforme pensaba sus ojos se volvían a llenar de lágrimas.

No. No podía decirlo.

Se limpió las lágrimas y sus ojos y mejillas ardieron ante el tacto. Y a pesar de esto y de lo doloroso que se sintió, no pudo evitar echarse a llorar otra vez.

¿Toby?

Realmente intentaba hablar, decir algo o responder de cualquier manera a la voz de Wendy. Pero no pudo. El nudo en su garganta era muy duro y quería gritar... Necesitaba gritar para desahogarse al menos un poco.

Tob... ¿Estás llorando? ¿Qué te hizo ese hijo de perra? —inquirió con un tono sombrío.

Él siguió llorando e hipeando, inevitablemente soltando un gemido de dolor en medio de todo.

Tobias, voy para allá —jadeó entre cada palabra, se le escuchó correr—. Voy por Charlie y Nuria... Estás en tu habitación, ¿verdad?... Vamos para allá... Espera ahí, no vayas a hacer alguna locura.

La llamada se cortó.

Y ahí se quedó, tirado en la cama, destrozado nuevamente y sin poder dejar de llorar otra vez. Sentía frío y calor a la vez. Sentía de todo y sentía nada también... Por un momento pensó que estaba exagerando, que era absurdo que se pusiera tan mal por un niño del cual no sabía de su existencia hasta hace unas horas, incluso pensó en fingir a partir de entonces que seguía sin saber sobre la existencia de él... Pero luego recordaba el momento y la voz de Sara mencionando al hijo de Ellington... Y el mundo se le volvía a caer encima.

Su celular volvió a sonar y estiró su mano para tomarlo. Se trataba de su madre. Rechazó la llamada. Sin embargo, sabía que su madre se preocuparía si no respondía al menos con un mensaje, así que desbloqueó su celular y abrió la aplicación de mensajería, en donde entró al chat de su madre.

El Hotel AlecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora