—¿De qué hablas, Winston?
—Quiero hacerle un oral, Señor.
Las palabras del rizado tomaron por sorpresa al ojiazul. Sin embargo se mantuvo conduciendo, fingiendo que no moría de curiosidad por saber qué pasaba por la mente del otro. Usualmente las cosas se hacían cuando él las quería y como él las quería y claramente quería sexo con su acompañante, pero no lo estaba ordenando él sino que Tobias se lo estaba pidiendo y eso no le agradaba porque le provocaba el sentimiento de inferioridad. Más de una vez se había preguntado por qué nació con su orgullo y ego tan elevados, y ese momento no fue la excepción.
—Pues yo no quiero. Así que olvídalo.
—Más de una vez me ha pedido que lo haga. Cuando nos dirigiamos al estacionamiento, por ejemplo. ¿Por qué justo ahora ha decidido negarse?
Ellington soltó un suspiro.
—Porque justo ahora no quiero y las cosas se hacen cuando yo quiera, no cuando tú las pidas.
Tobias se cruzó de brazos y se recargó en el asiento, mirando por la ventana. Decidió quedarse callado el resto del camino.
Pero transcurridos unos segundos, al presidente comenzó a inquietarle el silencio y la conformidad de su acompañante. ¿Cómo diablos pudo decir así sin más que deseaba practicarle sexo oral y luego simplemente quedarse callado cuando él se lo negó? Claro, le encantaba que la gente guardara silencio y que las cosas se llevaran como él las pedía, pero el hecho de que Tobias entendiera que no quería sexo en ese momento, lo frustró.
Todo lo frustraba, así que no era nada rara esa reacción. Se enfadó porque ¿cómo el maldito rizado se atrevía a decirle que deseaba chuparle la polla? Y luego se enfadó aún más porque ¿cómo se atrevía el maldito rizado a no chuparle la polla?
Le dieron ganas de dañar su linda cara de princesa, pero finalmente negó, sacudiendo la idea de su cabeza. Tenía que aprender a ser más amable con Tobias. Sobre todo luego de lo que comenzaba a pensar sobre él...
—Señor...
—Dime —respondió a secas.
—¿Iremos directamente al hotel o habrá más paradas?
—¿El muchacho desea hacer más paradas? —preguntó con sarcasmo—. Con eso de que ya se siente el presidente...
Tobias parpadeó con lentitud.
—Era una simple pregunta, Señor.
El presidente pisó el acelerador y Tobias se sobresaltó. Soltó un gruñido suave al saber que lo había hecho a propósito para espantarlo.
—No. No hay más paradas, Tobias.
°°°°°
Cuando llegaron al hotel, William metió el vehículo en el estacionamiento, el cual Tobias sabía que existía pero no recordaba haber visitado antes de ese día. Era bastante oscuro, iluminado por algunos focos amarillos en el techo, que no solamente iluminaban muy poco, sino que además le provocaban cierto sentimiento de incomodidad. Tal vez debido a su temor a la oscuridad.
El motor del vehículo se apagó y el conductor quitó la llave, guardándola en el bolsillo interior de su saco.
—Tengo asuntos que atender, Winston. Puedes irte a hacer lo que sea que desees hacer, pero quédate al pendiente por si necesito algo —se acomodó el saco del traje—. En dos horas más o menos quiero que estés conmigo otra vez.
Sonó tranquilo, dócil, normal y sin usar un tono de mandato ni nada por el estilo. Incluso sorprendió al más joven. El empleado sospechó que el repentino cambio de actitud se debía a algo que había ocurrido en el interior de ese edificio al cual entró, porque recordó lo sucedido la noche anterior y estaba seguro de que su comportamiento agresivo, prepotente y furioso no tenía absolutamente nada qué ver con el de esa ocasión. Se había frustrado, irritado e incluso enojado pero no demasiado como para alcanzar los niveles de furia de la noche anterior.

ESTÁS LEYENDO
El Hotel Alec
عشوائيYA EN FÍSICO (Sí, solía ser una fic Larry) "¿Estás negándote a obedecer cuando con un chasquido de mis dedos puedo destruirte?" Cuando Tobias Winston fue despedido de su trabajo tuvo que abandonar el departamento que alquilaba con su mejor amigo. D...