—¿Por qué es importante un reglamento? Yo ya sé qué es lo que tengo que hacer.
—¿Qué es lo que tienes que hacer? —preguntó burlonamente—. No pareces tener ni idea.
—Atenderlo —se encogió de hombros mientras partía un trozo de su omelette—. Y obedecerlo... Ese era el acuerdo, ¿o me equivoco?
Ellington dejó de comer. Mantuvo su cabeza inclinada pero la vista puesta en Tobias como un águila en su presa. A continuación se mordió el labio inferior, asintiendo con ligereza.
—Prácticamente sí —se encogió de hombros para volver a centrarse en su almuerzo—. Pero desgraciadamente el que yo me esté hospedando en un hotel con todas las facilidades y atenciones que se me pueden ofrecer, no quiere decir que no tenga trabajo por hacer.
—Ese ya no es asunto mío —replicó.
—Oh, claro que lo es. Prácticamente te estoy rentando, ¿no es así? —se rió antes de darle una mordida a su tostada.
—Si lo que quiere es un asistente, ahí tiene al señor Horak —señaló con su cuchara en la dirección en la que había visto a Nicholas sentado—. ¿O es que no es tan buen asistente como se supone que era?
—Horak es un excelente asistente. De lo contrario ya se habría quedado en la calle... Yo solamente contrato a gente de excelencia.
—En ese caso yo no soy lo que usted busca o espera. —Buscó con la mirada sobre la mesa y se dió cuenta de que había olvidado llevar algo para beber. Esperó que el presidente no se enfadara cuando se diera cuenta—. Además, usted no me está rentando porque no le pagará a mis jefes por usarme, usted dejó en claro que seguiría siendo un empleado del hotel, a excepción de que me confiscó, me pidió prestado a mis jefes y no me soltará hasta que su estadía aquí se acabe.
Ellington levantó ambas cejas, hizo una mueca con sus labios y asintió un par de veces en lo que se pasaba el trozo de tostada que estaba comiendo.
—Bien, sí. Tienes razón. Pero también aclaré que estarías las veinticuatro horas del día pegado a mí si yo así lo pedía. Y a ti se te paga por trabajar solamente doce horas, ¿o me equivoco?
Negó. Comenzaba a consternarse.
—No, Señor. No se equivoca.
—En ese caso, si haces bien tu trabajo, yo me encargaré de pagarte las otras doce horas —le guiñó un ojo antes de meter otro bocado en su boca.
El ojiverde lo miró con el mayor sigilo posible durante varios segundos, sin creer lo que estaba escuchando.
—¿Ganaría el doble de lo que gano ahora?
—Ajá. Eres muy inteligente, Winston. Doce más doce son veinticuatro, ¿verdad? Eso quiere decir que si te pagan doce horas y yo te pago otras doce horas, estarías ganando el doble de lo que sueles ganar. —Claro que fue sarcástico.
Probablemente era una trampa, tenía que serlo. Seguramente le estaba ofreciendo el doble de salario con la condición de que le hiciera otros favores.
—No me acostaré con usted, Señor. Así que rechazo el aumento de sueldo... Con todo respeto. —Fingió una sonrisa antes de continuar comiendo.
—Nadie dijo que yo quería sexo, Tobias. Dije que si hacías bien tu trabajo conmigo, yo me encargaría de que te pagaran las otras doce horas del día —se mordió el labio inferior y volvió a reírse—. Sé que me deseas y que tienes fantasías sexuales conmigo, pero no te estoy pidiendo sexo... En todo caso, recuerda que dije que te convencería —le buscó la mirada—. ¿Ya te estoy convenciendo, acaso?
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El Hotel Alec
RandomYA EN FÍSICO (Sí, solía ser una fic Larry) "¿Estás negándote a obedecer cuando con un chasquido de mis dedos puedo destruirte?" Cuando Tobias Winston fue despedido de su trabajo tuvo que abandonar el departamento que alquilaba con su mejor amigo. De...