El presidente Ellington ya se encontraba sentado en el asiento del conductor de una camioneta cuyo modelo, marca y precio Tobias desconocía, pero que lucía muy moderna y costosa en su interior.
El rizado acababa de subir al asiento del copiloto, vestido con jeans de color azul marino y una playera sin estampados, color gris oscuro. Pensaba ir en uniforme pero por "órdenes presidenciales" tuvo que cambiarse la ropa por algo más casual. Vio a su nuevo jefe encender el motor del vehículo y tomó aire, tratando de relajar la ansiedad creciente dentro de él.
—¿Por qué usted sí va en uniforme y yo no?
Como respuesta principal se ganó una mirada indiferente.
—No voy en uniforme, es un traje y me quité la corbata —le mostró su pecho, al cual efectivamente le faltaba la corbata que lo adornaba—. ¿Siempre eres así de entrometido, joven Winston? —puso el vehículo en marcha y comenzó a conducir.
—¿Por qué me sigue llamando "joven"? Solamente soy unos años menor que usted... ¿Cuatro? ¿Cinco años de diferencia?
Por alguna razón sentía más seguridad que horas antes, a pesar de no tener ni idea de a dónde lo llevaría ni cuál era el motivo de llevarlo.
—¿Te molesta que te llame "joven"? —preguntó a secas, en realidad poco le importaba lo que le molestara o no a su empleado.
—No, Señor —murmuró e intentó no centrar su mirada en él.
Soltó un suspiro.
—No estoy molesto, Winston. Pareciera que me tienes miedo —siguió conduciendo, con la vista puesta al frente.
—Le tengo miedo, Señor —se confesó abruptamente y las manos le sudaron sin permiso.
Ellington se rió a carcajadas. Casi se dobló de la risa, de no ser porque tenía que concentrarse en seguir conduciendo. Siguió riendo hasta que, casi un minuto después, simplemente se calló y sus labios se cerraron como si de fuerza magnética se tratase. Tobias tragó saliva. Comenzaba a sentirse la persona más idiota del mundo, avergonzándose de sí mismo.
—Cobarde.
Asintió.
—Soy cobarde.
Al parecer, el presidente no se esperaba esa respuesta, porque se quedó en silencio para, transcurridos unos segundos, carraspear.
—¿A dónde vamos, Señor? —quiso saber, con las piernas tan juntas que las rodillas le dolían. Comenzó a cohibirse.
—Tengo un par de asuntos por resolver, los cuales no te interesan y tampoco te incumben.
¡¿Y si no le incumbía, entonces para qué diablos lo llevaba con él?!
—Bien.
Hubo un momento de silencio profundo, en el cual Tobias trató de no provocar sonido alguno, ni siquiera el de su respiración o el de su saliva pasando por su garganta. Se enfocó en mirar a través de la ventana, buscando distraerse, pero no logró distraer suficientemente su mente como para olvidarse de que iba metido en una camioneta con vidrios polarizados y con un presidente alterado al volante.
—¿Te despediste de tu amigo John? —le preguntó de repente.
La pregunta lo tomó desprevenido.
—¿Perdón?
—Que si lograste despedirte de ese amigo tuyo... John.
Se giró para mirarlo y notó que el muy imbécil estaba sonriendo como la vez en la que planeó perfectamente cómo joderle la existencia ordenando que ya no se apartara de él.

ESTÁS LEYENDO
El Hotel Alec
AcakYA EN FÍSICO (Sí, solía ser una fic Larry) "¿Estás negándote a obedecer cuando con un chasquido de mis dedos puedo destruirte?" Cuando Tobias Winston fue despedido de su trabajo tuvo que abandonar el departamento que alquilaba con su mejor amigo. D...