ERA EL DÍA DESPUÉS DE MI CUMPLEAÑOS Y ESTABA SENTADA EN LA CAFETERÍA CON ADAM Y ESTÁBAMOS CENANDO. ESTABA hablando de algo, no sé qué es para ser honesta, mi mente estaba en otra parte. Seguía pensando en Vader, tenía mis dedos en la campanita alrededor de mi cuello y la giraba causando que sonara de vez en cuando. Disfrutaba el sonido.
—No estás escuchando en absoluto, ¿verdad?— Adam me sacó de mis pensamientos y miré hacia arriba para ver su sonrisa ligeramente molesta pero juguetona.
Suspiré, —Lo siento mucho, mi mente estaba completamente en otra parte—. Saqué la mano de mi collar y le di un mordisco a mi comida amarga.
—Me di cuenta—, se rió entre dientes mientras le daba un mordisco a su pan, —¿Tiene algo que ver con quién te dio eso?— Señaló hacia mi collar.
Sí.
—No—, mentí, —estaba pensando en algo que Tarkin me pidió que hiciera.
Me dio una mirada que decía 'No te creo' pero no insistió más, —Entonces, ¿cómo se siente tu muñeca?— Preguntó tomando un sorbo de su agua.
—Ya no duele—. Admití mientras la movía, solo había un ligero dolor pero nada que no pudiera manejar.
—Bien, deberías poder quitarte el yeso mañana—. Usó una servilleta para limpiarse la cara y las manos y la arrojó encima de su bandeja, indicando que había terminado.
Sonreí feliz, —Finalmente, odio esta estupidez, me ha estado haciendo trabajar lento. Me sorprende que Tarkin no me haya gritado por cuánto tiempo he estado haciendo 'tareas simples', como a él le gusta llamarlas.
—Pero siempre has trabajado lento.— Bromeó y cogí un trozo de pan y se lo lancé haciéndole reír.
—Imbécil—, me reí entre dientes mientras me levantaba y agarraba mi bandeja, —Me voy a dormir.
—Yo también.— Él también se puso de pie y agarró su bandeja antes de extender su mano hacia la mía, —La tiraré por ti.
Sonreí mientras le entregaba mi bandeja, —¿Alguna vez alguien te ha dicho que eres demasiado amable?—
—Una o dos veces.— Me guiñó un ojo mientras se alejaba hacia el bote de basura. Lo esperé junto a la puerta y ambos salimos juntos y caminamos por los pasillos hasta nuestras habitaciones. —¿Alguna vez me vas a decir quién te dio eso?— Empezó a preguntarme por mi collar de nuevo, anoche me molestó durante casi una hora entera pero no me dije nada. Sabía que era su enamoramiento y sus celos lo que lo llevaba a ser tan persistente.
