ADAM ESTABA EN MI OFICINA Y NERVIOSAMENTE COLOCÓ SU INFORME EN MI ESCRITORIO FRENTE A MÍ. NO ME MOLESTÉ EN mirarlo mientras seguía mirando los planos de los Tie-Fighters, resulta que ella tenía razón, pero no del todo.
Me pregunto cómo está Aspen, siento que debería ir a verla.
Quizás esté sudada o en shorts muy cortos y posiblemente en una camiseta sin mangas si tengo suerte.
Ella es tan hermosa que no puedo evitar-
—Adam—, dije bruscamente su nombre para cortar sus pensamientos increíblemente irritantes. Juro que cada vez que lo escucho, es algo sobre esa chica. Es como si estuviera obsesionado o algo así.
Yo también tengo mis propios pensamientos masculinos, pero este tipo... nunca se calla al respecto. Hay otras cosas en las que pensar sobre Adam, como lo horribles que son sus armas. Ni siquiera sé por qué le gusta a Tarkin en primer lugar. He visto muchas otras solicitudes de personas que sé que harían un mejor trabajo que él.
Se aclaró la garganta nerviosamente, —¿Sí?
—Averigüe si esa mecánica está lista y hágamelo saber a través del comunicador—. Continué, ya irritado con su presencia.
—Por supuesto, señor.— Se dio la vuelta para salir de la habitación.
Finalmente, puedo ir a verla, me pregunto si la invito a salir si ella dirá-
Levanté mi mano y usé la fuerza para detener sus movimientos de inmediato, —Y no te desvíes. Haz lo que te pido, luego regresa a tu propio departamento—. Gruñí mientras lo soltaba para que finalmente pudiera moverse de nuevo.
—S-sí, mi señor—. Respondió antes de salir rápidamente de la habitación.
Una parte de mí quería follarla para ser mezquino con él, pero por supuesto, no voy a hacer eso. Ella sigue siendo una persona después de todo, no una herramienta para ser utilizada. Puede que sea un asesino en masa, pero todavía me queda algo de moral, aunque puede que no sea mucha.
Decidí volver a la tarea que tenía entre manos y me levanté de mi escritorio para caminar hacia mi holomesa donde aparecía una imagen tridimensional de las naves. Lo giré un par de veces y acerqué la posición donde ella sugirió colocarlo, —Quince—, murmuré para mí mismo mientras hacía los cálculos en mi cabeza. No veinticinco, pero sigue siendo un número más alto y una buena captura, es una chica inteligente.
