SIN EMBARGO, NO LE HABÍA AVISADO, NI ÉL HABÍA DECIDIDO VOLVER. Tenía demasiado miedo, sentía que mi respuesta significaba que la regla de las dos oportunidades ya no se aplicaba a mí. En cierto modo, siento que al no matarme en ese momento esta era mi segunda oportunidad.
Me senté en el suelo admirando mi trabajo, estaba feliz con él. Esperemos que él también lo esté.
—¿Terminaste?
Salté ante la voz y giré la cabeza con miedo de que fuera él, pero cuando vi a Adam, mi corazón acelerado volvió a su ritmo normal, lento y constante. —Sí, hace una hora y media—. Suspiré. Sí, he estada sentado aquí durante más de una hora demasiado asustada para llamar a Vader. No me juzgues.
Frunció el ceño, —¿Por qué no lo llamaste entonces? Me envió aquí para verificar tu progreso.
Mis ojos se abrieron un poco, —Um—, aparté la mirada de él, maldita sea, no puedo esconderme más, —Voy a ser honesta, tengo miedo—. Volví a mirarlo y tenía una mirada comprensiva.
—Créeme cuando te digo que no hay una sola persona en esta estación que no tenga miedo, incluido yo— Caminó hacia mí y se arrodilló a mi lado ya que estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo. —Pero cuanto más tardes, más enfadado estará.
Suspiré, —¿Puedes decirle que acabo de terminar?— Le pregunté con la esperanza de que mintiera por mí.
Se rió entre dientes y asintió antes de llevarse el comunicador a la boca, —Ella acaba de terminar, mi Señor.
—Envíamela—. Respondió casi al instante y habló en el mismo tono amenazante que lo hizo antes.
Oh fuerza ¿por qué quiere que vaya a él en vez de que él venga aquí?
Adam se puso de pie y me tendió la mano, —Mejor no hacerlo esperar, te llevaré allí—. Acepté su mano y tiró de mí para ponerme de pie, pero me acercó un poco más de lo que necesitaba, así que estaba ligeramente presionada contra él. Me sonrió y di un paso atrás con una risa nerviosa. Iba un poco lejos con esto del coqueteo. Me condujo fuera de la habitación y por el pasillo donde estaba Vader hasta que salimos por una puerta cerrada, —Adelante.
Lo miré asustada, —¿No vas a venir conmigo?
Sacudió la cabeza, —Él no preguntó por mí—. Me dio un pequeño saludo con una sonrisa y se alejó, dejándome de pie frente a esta puerta por mi cuenta. Me quedé allí durante unos cinco minutos hasta que respiré pesadamente y estaba a punto de llamar, pero la puerta se abrió sola. No pude ver a nadie adentro, así que entré lentamente. Miré alrededor de la habitación, había un escritorio negro al final que estaba desparramado con papeles y otros objetos sueltos, a la derecha había un sofá de cuero negro, y fue entonces cuando lo vi a la izquierda inclinado sobre una mesa pequeña. No estaba usando la capucha así que finalmente pude ver su cabello rubio, pero eso no lo hacía menos intimidante.
